Desde mediados de noviembre 2018 hasta principios de mayo 2020 el Nodo Norte transitará el signo de Cáncer, invitándonos a nutrirnos, a conectar profundamente con nosotros mismos, para que nuestra alma habite en el propio cuerpo, y no se quede afuera, como es lo habitual.
El patriarcado (Capricornio) nos ayudó a desarrollar la mente, a crear el Ego, a relacionarnos con los demás desde el individualismo (la Era anterior, la del Neolítico, estaba basada en la comunidad), y nos mostró que en el mundo hay más personas, más allá de nuestra familia o clan. Pero el precio que tuvimos que pagar por ello es una falta de conexión del alma con el cuerpo, y paralelamente (lo que es arriba, es abajo) la separación entre lo que pensamos y lo que sentimos, generando entre ambos un espacio colectivo y subconsciente habitado por nuestros miedos y las emociones que no queremos reconocer.
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Más de cinco mil años de patriarcado, negando las emociones y la percepción sensible, han hecho mucho daño, aunque de maneras más complejas y extensas de lo que pudiéramos imaginar. De hecho, estudiando las cartas astrológicas de personajes aparentemente fríos e insensibles como Donald Trump o Kim Jong-Un, observamos que eran unos niños muy sensibles, que tempranamente se sintieron desprotegidos.
Vivimos tiempos emocionantes. Nunca la Humanidad ha cambiado tanto en tan poco tiempo, ni jamás se ha visto a tantos seres humanos despertando a su potencial. La entrada de Urano en Tauro inicia un período de 7 años en los que hemos de materializar o traer al cuerpo esta nueva identidad que se ha ido labrando desde finales del 2011, cuando Urano entró en Aries. Se trata de un proceso largo para el cual hemos de llenar el vacío interior desde el cual nos hemos relacionado hasta ahora.
Si hay un valor que es típico del patriarcado es que “esta vida es un valle de lágrimas” y venimos a sufrir. Vivimos en una cultura en la que se valora el trabajo y el esfuerzo, y en la que hay que dar una respuesta a todo y saber el por qué de cualquier situación.
Durante siglos la vida era realmente dura, y eso ha llevado a nuestra civilización moderna a intentar evitar a toda costa mayor sufrimiento con pólizas de seguro, trabajos fijos, coches que te protegen, alarmas para la casa, exceso de higiene, controles exagerados en los aeropuertos, madres helicóptero… Pero la realidad no funciona como nos han hecho creer y, es más, cuanta más seguridad pretendas crear, mayor desastre llamará a la puerta. La Abundancia es un concepto que atrae mucho. ¿Quién no quiere tener abundancia en su vida? ¿Pero, sabemos qué es la Abundancia? ¿Es tener mucho dinero, muchos amigos, mucho trabajo? En este artículo voy a intentar explicar la diferencia entre Escasez y Abundancia, ya que todos tenemos registros de ambos estados, para que podamos reconocer en qué punto estamos y así dirigirnos hacia una mayor abundancia, poco a poco.
Dicen que la vida es dura, que es un valle de lágrimas, y que lo normal es sufrir. Pero en este artículo quiero explicaros cómo la Vida sólo pretende que integremos experiencias, que desde la perspectiva del Ego nos negamos a tener. Por eso, necesitamos repetir una y otra vez el mismo programa, la misma lección, hasta que la vivencia se hace tan densa que no la podemos eludir.
Si queremos desarrollar nuestra consciencia, no podemos prescindir ni negar nuestro cuerpo, nuestro lado más humano, nuestro Ego. El cuerpo es lo que nos conecta con la realidad tridimensional y el planeta. Es nuestra herramienta y es lo que ha de sostener la expansión de consciencia. El Ego está íntimamente ligado al cuerpo. Saber usarlo, aprovechando las emociones que nos provocan las experiencias de la Vida, es lo que nos ayudará a conectarnos con el Ser.
La Humanidad hemos pasado de ignorar por completo nuestras emociones y nuestro cuerpo, a fijarnos tanto en ellos que hacemos que sean la referencia para nuestras vidas. Hemos pasado de la encorsetada época victoriana, identificada con la mente, las apariencias y la identidad nacional, a dejarnos guiar por completo por nuestras emociones, como si fueran un barómetro hedonista, y el cuerpo que los alberga ha pasado a ser aquello con lo que más nos identificamos, a determinar nuestra identidad incluso más que el nombre, las creencias o incluso los valores.
Hace un par de meses escribí un artículo en el que explicaba qué son las memorias celulares y la importancia de liberarlas, de soltarlas. En la presente entrada, quiero ampliar esta visión y ofrecer un protocolo para poder trabajar esas memorias.
Se puede decir, en esencia, que venimos aquí a experimentar vivencias para comprenderlas. Una vez comprendidas, las integramos a nuestra conciencia, individual y colectiva. Nuestras experiencias son tanto más extremas o polares, son más radicales en el plano físico, en tanto en cuanto no nos hacemos conscientes de su vivencia en planos más sutiles. En otras palabras, si uno no es consciente, necesitará vivir una enfermedad, un accidente o algún tipo de tragedia para darse cuenta de que hay algo que tiene que aprender e integrar. Sin embargo, si uno es consciente de sus procesos, y está alineado con su Ser, en vez de tardar una década para darse cuenta de que ha de cambiar algo, acepta abrirse a la transformación desde las experiencias más sutiles, por ejemplo, desde que percibe que algo le hace estar fuera de coherencia. |
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