La consciencia colectiva, el karma, los planetas transpersonales y Saturno En astrología, el descubrimiento de los planetas transgeneracionales simboliza el comienzo de la apertura espiritual de la Humanidad, la posibilidad de ir más allá del Techo del Ego saturnino y sus límites, y conectar con el Ser. Abrirse a las dimensiones simbolizadas por Urano, Neptuno y Plutón implica romper las estructuras egoicas y abrir el corazón para conectarse con el Mundo. Saturno es un portal hacia planos superiores de consciencia. Desde el patriarcado, la puerta está cerrada, ya que desde un nivel de consciencia en la que prima el desarrollo y maduración del Ego, esos planos superiores albergan el material desechado de la consciencia colectiva. En este sentido, Saturno actúa como una defensa, para la frágil consciencia que empieza a individuarse mediante el Ego. Saturno vela por nuestra seguridad frente a este contenido psíquico indefinido y potencialmente amenazante. Un contenido que es el almacén de nuestro karma. Saturno es el guardián del karma. Urano, Neptuno y Plutón están más allá de Saturno y sostienen el material karmático, hasta que, según el momento astrológico, se activan las memorias celulares de nuestro cuerpo, invitándonos a vivir una experiencia que nos permite cerrar el círculo de esa información. La Vida requiere que, para integrar información y poder conectar con los talentos o dones que nos ofrece nuestro Ser representados por estos tres planetas, hayamos primero preparado vibratoriamente nuestro cuerpo, integrando una experiencia completa a través de sus polaridades. Cuando integramos experiencias, comprendemos cómo una cosa y la contraria son dos expresiones polarizadas de una misma experiencia. No hay agresor sin víctima (Plutón), no hay rebelde sin sistema al que oponerse (Urano), no hay misticismo sin hiperracionalismo (Neptuno). Cuando alcanzamos esta comprensión, nuestra vibración aumenta y nuestro corazón se abre. A partir de ese momento no puedes ver aquella dualidad de la misma manera. Por ejemplo, te das cuenta de que la víctima no lo era tanto, y que el agresor tiene su parte de víctima. Cuantas más experiencias integramos, más alta nuestra vibración, más coherentes somos, y más abierto nuestro corazón. Cuanto más abierto el corazón, más empáticos somos, más sensibles a la experiencia. Cuanto más sensibles a la experiencia, más nos afecta lo que sucede a otros y lo que nos pasa a nosotros mismos, con lo que podemos integrar información con experiencias menos polarizadas. A esto también se le llama espiritualidad. “La palabra ‘espiritual’ puede tener infinidad de matices, aquí nos referiremos a lo espiritual como un proceso de pérdida gradual o instantánea del egocentrismo y una trascendencia del sentimiento de ser individuos separados de todo lo demás.” Alejandro Christian Luna Con la sensibilidad que tenemos hoy en día, nos afectan noticias que suceden en otras partes del mundo o nos mueven películas que vemos desde la seguridad de un sofá. Estas experiencias, aunque no las hayamos encarnado directamente, las experimentamos como parte del colectivo consciente, aportando cada uno su granito de arena a la integración de esas experiencias. En un Mundo en Red, con la cantidad y velocidad de información que hay, tenemos la oportunidad de experimentar muchísimas más experiencias que antes, tanto a nivel individual como colectivo. Y todo ello está contribuyendo, merced a estos ciclos, a elevar la consciencia de todo el planeta. Hace cientos de años, antes de que fueran descubiertos los planetas transgeneracionales -el primero, Urano, fue documentando oficialmente por primera vez en, 1781 (coincidiendo con las Revoluciones Francesa e Industrial)-, un ladrón vivía y moría como ladrón, normalmente sin llegar a ser consciente de la consecuencia de sus actos. En el mejor de los casos, se topaba con el peso de la ley (Saturno) y era encarcelado y condenado a vivir el resto de su vida encarcelado. La rueda del karma giraba en la siguiente vida, en la que se vivía la polaridad contraria de ser robado o perder los bienes. Al ir descubriendo los planetas transgeneracionales, paralelamente hemos ido conectando con aquellos aspectos de nuestra psique y nuestra consciencia colectiva que están más allá de lo concreto:
Con esta apertura de nuestra consciencia colectiva o conexión con nuestra espiritualidad, simbolizada a través de los transgeneracionales, nuestra evolución consciente se ha acelerado, a la vez que nuestra sensibilidad y empatía. Estamos cada vez más conectados, a todos los niveles, y las experiencias de otros nos afecta como si fueran nuestras. Además, en una misma vida podemos sentirnos víctimas o victimarios (por ejemplo, al desarrollar instintos agresivos en un vídeo juego, o ver películas de acción). Esto ayuda a disminuir el peso de la culpa (abrir las puertas de Saturno), con lo que podemos integrar la información de nuestras memorias celulares con mayor facilidad y velocidad, sin necesidad de tener experiencias tan extremas. Por ejemplo, ahora podemos conectar con el dolor y el drama del desarraigo sin tener que convertirnos en refugiados, conectando con información sobre el sufrimiento de otros seres humanos. Merced a la apertura a la consciencia colectiva, Saturno (Capricornio) se convierte en la base de referencia para sostener esas experiencias, en vez de ser un límite o techo que nos frena, pero a la vez nos protege. Saturno simboliza la ley, la autoridad, el padre y el límite, además de la culpa. Y es como la cáscara que protege la yema (Leo) y la clara (Cáncer) del huevo, mientras el Ego inmaduro se siguen cocinando en el horno canceriano. Pero ahora también es la consciencia que nos permite materializar nuestro propósito divino. Abrirnos a lo colectivo y a lo espiritual permite hacernos más sensibles a la información que está siendo activada. Mientras permanecemos inmersos en una mentalidad de supervivencia, siendo reactivos y defensivos, no nos podemos permitir esta sensibilidad, y las puertas de Saturno permanecen cerradas. La desventaja es que entonces la información necesita densificarse mucho para poder ser percibida y experimentada. Cuanto más conscientes, sensibles, abiertos somos, antes captamos la información que se activa para ser integrada. Se puede decir que las lecciones que la Vida nos ofrece primero aparecen en planos sutiles y poco a poco se van densificando hasta que podemos captarlas. En general, aún no tenemos la capacidad para integrarlas desde planos más sutiles, y no es hasta que nos afecta a nivel psicológico o emocional que nos damos cuenta, por ejemplo, a través de estados de ansiedad o depresión. Pero si no hacemos caso a estas señales, entonces la Vida nos ofrece esa experiencia a niveles cada vez más densos, y empiezan los problemas de relaciones, de pareja, en el trabajo, con los hijos… Y si no integramos de esto, la Vida nos trae problemas más densos, como accidentes, pérdidas de cosas materiales, molestias físicas, y en última instancia, enfermedades como el cáncer. Todo esto no es más que la progresiva polarización, cada vez más extrema y tensa, de una energía que se manifiesta para que podamos integrar información y ser más conscientes. La culpa, ya sea echada hacia afuera o introyectada contra uno mismo, son las puertas de Saturno cerradas. Trascender la culpa es imprescindible para poder ir más allá, para poder ampliar nuestra consciencia. Mantenerse en la culpa implica condenarse a vivir experiencias polarizadas y dramáticas. Conforme nos abrimos a la energía de los planetas transpersonales, necesariamente atravesaremos una etapa de purga karmática, propia y colectiva. El miedo nos puede hacer colapsar y cerrarnos a estas dimensiones, refugiándonos bajo el Techo del Ego de Saturno y nuestras identificaciones egoicas. Una y otra vez, la Vida, el anhelo del alma (Plutón), nos impulsará a volver a conectarnos. Existe un punto de inflexión, un momento en el que el anhelo del alma vence la masa crítica de un Ego que ya no encuentra escapatoria, un punto en el que el Ego ya no puede huir en más variaciones sobre la realidad que ha creado. En ese punto el Ego se rompe mil pedazos, la resistencia desaparece, se toca fondo, el corazón se abre por fin y se siente el vacío… Este momento, el más creativo de todos, permite la entrada de la luz de los planetas transgeneracionales, y empoderar (Plutón) al niño interior (Neptuno) para dar sus luz (Urano) al Mundo.
Guiomar Ramírez-Montesinos Psicóloga, astróloga y terapeuta psíquico
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Si te gusta mi trabajo y contenido, y deseas apoyarme con una donación, te lo agradezco un montón.
Cualquier reproducción parcial o completa de este artículo ha de incluir autoría
Mis librosLa AutoraCategorías
Todo
Archivos
Diciembre 2022
|