Venimos a la Tierra para aprender, a experimentar a través de la dualidad y así incorporar experiencias. Y la escuela más importante que tenemos ahora son las relaciones humanas cercanas e íntimas, las que nos obligan a ajustarnos para poder mantenerlas…. No sólo las relaciones de pareja, sino las de nuestra familia y amistades más cercanas. Pero no ha sido siempre así. Durante siglos, el foco de la Humanidad ha estado fuera, fuera del individuo, fuera de las familias y fuera de las relaciones. Gracias a ello hemos podido transformar el mundo –para bien y para mal- pero a expensas de nuestro lado femenino y de nuestras emociones. En un mundo en el que el foco está siempre fuera, no nos permitimos el tiempo para madurar emocionalmente. Nuestro Ego, esa parte de nosotros que es la que interacciona con el mundo, necesita tiempo para madurar a través de las relaciones, pero las exigencias de una sociedad que durante los últimos 5 mil años ha impuesto formas de conducta determinadas y cohibido la expresión individual, no han hecho posible ni siquiera que reconociésemos que tenemos emociones!! Además, no es hasta los años ’70 con al entrada de Plutón en Libra, en un momento en el que Urano, Quirón y Saturno hacían énfasis sobre la necesidad de individualizarnos, en lo que es el inicio de la Era de Acuario, cuando la humanidad realmente empieza a tener consciencia de la importancia de las emociones y que las relaciones son la escuela en la que podemos desarrollarlas...
Hasta entonces, las relaciones eran jerárquicas. Cada uno tenía su lugar y por tanto sabía o debía aprender cuál era el papel que habría de desarrollar. Obedecer o mandar, sometido o dominador, víctima o perpetrador. La única igualdad que había en las relaciones era ante la adversidad y ante la autoridad. Pero a partir de los ’70, la mujer y el hombre se miran frente a frente. Nuestro lado femenino se expresa ante el masculino, y comienza el verdadero aprendizaje de las relaciones. Por primera vez la Humanidad reconoce que “el otro” es un individuo diferente. Ya no es cuestión de que el más fuerte se imponga al débil. Y empiezan a entrar en crisis los matrimonios y los hijos a desobedecer y plantar cara a sus padres. En definitiva, desde hace poco más de 40 años que estamos aprendiendo a relacionarnos con los demás teniendo en cuenta nuestras emociones y las del otro, ya sea en pareja, con familia o entre amigos. No tenemos referencias. Es algo nuevo para el Ser Humano. Jesús predicó amor, pero no necesitó desarrollar habilidades emocionales –por muy humano que él fuera-, ya que no se relacionó con gente ante la cual hubo de ajustar su comportamiento para llegar a un entendimiento igualitario y permitir una equilibrada expresión emocional tanto del otro como propia. Sus relaciones inevitablemente fueron jerárquicas. Ahora, día a día, nos encontramos que un importante foco de nuestra atención son las relaciones, con la pareja, los hijos, los padres, el jefe, los compañeros, los amigos…, y el intento de resolver malentendidos, de buscar la igualdad, la justicia, de expresarnos ante el otro… Y éste es precisamente nuestra labor ahora, crear los nuevos modelos de relaciones, basados en los sentimientos, en la escucha activa y en la expresión individual… Aprender a relacionarse es aprender a conocerse. Mediante el dolor que siento frente al otro aprendo a reconocerme y a Vivir desde el Ser. Vivir desde el Ser me permite crear relaciones desde el Ser. Relacionándonos desde el Ser es cómo crearemos un mundo mejor, más igualitario, más justo y más auténtico. Guiomar Ramírez-Montesinos psicóloga y astróloga
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Mis librosCualquier reproducción parcial o completa de este artículo ha de incluir autoría
La AutoraCategorías
Todo
|