La Humanidad hemos pasado de ignorar por completo nuestras emociones y nuestro cuerpo, a fijarnos tanto en ellos que hacemos que sean la referencia para nuestras vidas. Hemos pasado de la encorsetada época victoriana, identificada con la mente, las apariencias y la identidad nacional, a dejarnos guiar por completo por nuestras emociones, como si fueran un barómetro hedonista, y el cuerpo que los alberga ha pasado a ser aquello con lo que más nos identificamos, a determinar nuestra identidad incluso más que el nombre, las creencias o incluso los valores. Pero ambas maneras no son más que dos extremos de una misma polaridad. Y tan lejos está un lado como el otro de Vivir desde el Ser, de comprender que en realidad somos consciencia, que estamos teniendo una experiencia humana para aprender y ampliar nuestra visión. Es más, en realidad, tan separado del cuerpo estamos ahora como en la época victoriana: por mucho que creamos tener en cuenta al cuerpo, no lo habitamos, lo vemos desde fuera. Y la consecuencia de esto es vivir con sufrimiento. Mientras estemos separados de nosotros mismos, la Vida se experimenta a la fuerza, se sufre. Si sufrimos, huimos de nosotros mismos, para dejar de padecer. Y la mejor manera de alejarse de ese núcleo doloroso es echar la culpa fuera…, o dentro. Si ves culpables o si te sientes culpable, te crees separado, como diría Un Curso de Milagros, que invita a conectar con uno a través de la presencia para descubrir el milagro de percibir la vida desde otro punto de vista. El problema es que para quien sigue identificado con su cuerpo, su identidad, su imagen, en definitiva, su Ego, es muy complicado comprender la presencia y su paradoja. A saber, cuando uno vive desde la identificación con el Ego, está pendiente de todo lo externo, de lo que pueda pasar, de lo que piensan los demás de él… La vida se experimenta autocentrada, como si todo fuera personal y uno se tuviera que resguardar de todas las amenazas. Paradójicamente, vivimos en una sociedad en la que tales amenazas generalmente no son reales (otra cosa es que de tanto creerlas las creamos), por lo que vivir en un estado de anticipación continua, en el caso de los que echan la culpa fuera, o lamentarse del pasado, en el caso de los que sienten que ellos tienen la culpa, no te hace estar más en ti, sino todo lo contrario. Cuando habitas en otras mentes y otros marcos temporales que no son el presente, no habitas en ti… Y si no estás en casa, las telarañas crecen… Esas telarañas son los Miedos del Ego, y es lo que te impide conectar con tu centro, con tu Ser. Cuando estás presente -para ello primero has de conocer tus Miedos del Ego-, la vida es más fluida y habitar tu cuerpo es lo normal, pero no desde la anticipación o del arrepentimiento, sino desde la comprensión real de las claves que te ofrece ser consciente de lo que tu cuerpo percibe. Paradójicamente, ser consciente de ti y de tu cuerpo -lo que sólo se puede hacer en presencia-, es adoptar un punto de vista de observador sobre todo aquello con lo que nos sentimos identificados. Observas, aceptas, lees, pero no juzgas. Es entonces cuando tu cuerpo deja de ser un objeto en propiedad que reacciona ante las interpretaciones hechas por tu mente (desde sus programas condicionados), sino más bien un receptor de señales que albergan información útil para poder desarrollar tu máximo potencial. Una persona identificada con su Ego y su cuerpo, cree que las señales de éste son la Verdad, y sobre ellas justifica sus reacciones. Pero si hay reacción, no hay Verdad, solo interpretación. Como iba diciendo, el cuerpo es un receptor de señales del Universo, pero debido a nuestros condicionamientos, a nuestros Miedos del Ego, éstas no entran claras. El descodificador que debe interpretar esas señales filtra demasiado la información, y el resultado es poco coherente. Automática, la mente corta la señal de manera intermitente, para proteger unos circuitos que no tienen la capacidad para sostener tanta información y que son demasiado lentos como para descodificar todo lo que entra. Así, se evita que los circuitos literalmente revienten. Invito al lector al que esto le resuene, conocer un poco más sobre la Lógica Global Convergente (y en Mutando 4.0). Mientras, aquí intentaré explicar de una manera gráfica cómo nuestra mente nos desconecta de nuestro receptor, y cómo las emociones que sentimos están provocadas por nuestra mente, que de esta manera tiene la ilusión de estar controlando lo que sucede, a la vez que se aleja de lo que el cuerpo realmente percibe. Percibir-Pensar-Sentir Imagina un clan de cromagnones, de hombres primitivos, caminando por la amplia sabana. Viene un frente de tormenta, pero aún está lejos y no lo ven. Sin embargo, los miembros más débiles del grupo se sienten mal, los ancianos sienten un desasosiego que les impulsa a: agrupar a los suyos, moverse y encontrar refugio. Cuando llega la tormenta, el clan está protegido, y aquella reacción instintiva les ha salvado de quedar a merced de la intemperie. Este mismo instinto aún lo tenemos hoy en día, como pueden atestiguar las personas mayores y todos aquellos que a causa de enfermedad o depresión son o se han sentido más vulnerables. Podemos, entonces, imaginarnos cuán importante es esta dinámica para nosotros… Algún tiempo más tarde, los cromagnones se establecieron en las cuevas del sur de Francia, en una zona frondosa y rica en alimentos. Pero, a pesar de contar ya con una guarida estable, cuando se acercaba una tormenta, el instinto de moverse y buscar refugio seguía allí. Ya no tenía sentido moverse, pero el impulso por hacerlo era fuerte. Entonces sucedió lo que pasa con cualquier niño al que se le impide moverse físicamente (al que se le grita, “¡no corras! ¡estate quieto!”...), a saber, al no poder moverse con el cuerpo, es la mente la que echa a correr (para el cerebro es lo mismo imaginarse algo que hacerlo). Y así fue cómo se creó primero la imaginación…, y las pinturas rupestres…, y luego el pensamiento junto al desarrollando el lenguaje. En otras palabras, el pensamiento es una reacción a algo que percibimos como peligroso inconscientemente. Primero percibimos algo en el cuerpo, aunque no seamos conscientes. Se trata de un movimiento energético (esto se comprende bien desde la astrología), que “despierta” una Memoria Celular. Esa memoria se guardó en las células porque no hubo respuesta para poder integrar la polaridad y, por tanto, la información a la consciencia. Mientras no se dé la respuesta que ayude a “cerrar el círculo”, la mente “opta” por desconectarse de la sensación (es una respuesta natural de nuestro programa de supervivencia). La mente se desconecta del cuerpo y sus sensaciones en cuanto hace una interpretación o juicio. Y al hacerlo, genera a través de la imaginación “su propia película” que, a su vez, suscita las emociones que corresponden a esa interpretación. Un ejemplo, cambia el clima, hay Luna Nueva o sucede un tránsito planetario determinado que se refleja en mi cuerpo. Esta energía “despierta” en mí una Memoria Celular pongamos que de abandono. Mi mente no comprende lo que mi cuerpo percibe, por lo que automáticamente huye, es decir, se desconecta del cuerpo, y crea una interpretación: “estoy sola, nadie me quiere”. Este pensamiento, a su vez, me hace sentir profundamente triste. Paradójicamente, aunque no sea agradable, la mente tiene así sensación de control, y el Ego se refuerza. Entonces, con esa Memoria Celular, ese pensamiento y esa emoción, sin darme cuenta, empiezo a provocar que a mi alrededor suceda precisamente aquello que más temo: quedarme sola. ¿Cómo? Sencillo. Encerrada en mi pensamiento y en mi emoción, y por ello, desconectada de mi cuerpo y de percibir el mundo y a las personas que me rodean, no llamo, no conecto con mis amigos. No soy consciente de mis acciones porque estoy con mi Miedo del Ego activado. Pero todo esto tiene un propósito, como ya expliqué en los artículos sobre Memorias Celulares, y es aumentar la emoción asociada a la memoria para así poder liberar a ésta. Así que, te invito a observar de qué manera tus emociones son producidas por la interpretación que hace tu mente, y ver cómo esa interpretación es sólo una reacción ante una percepción, una sensación en tu cuerpo. Sientes, tu mente interpreta y se separa del cuerpo, generando una emoción, que está relacionada con los Miedos del Ego. Sensación –||-- Pensamiento – Emoción Poco a poco, si pones en práctica esta manera de observar tu cuerpo, sus sensaciones y la reacción de tu mente, podrás conseguir estar más presente, convertirte en el observador de lo que sucede, y tu cuerpo será un mapa hacia el interior de ti mismo.
Guiomar Ramírez-Montesinos Psicóloga, astróloga y terapeuta psíquico
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