Veo a Trump asumiendo la presidencia de E.E.U.U., bailando con su mujer, Melania, sin ninguna química, sin ninguna conexión entre ellos, y no puedo más que sentirme como un pequeño roedor observando a un dinosaurio -feliz él en su ignorancia y como máximo depredador-, mientras soy consciente de un enorme meteorito que está a punto de impactar la Tierra y cambiar radicalmente el estado de las cosas. Solo que, en esta ocasión, la destrucción masiva no será de cosas físicas, sino de la identificación con el Ego. Ese Ego inmaduro que hace que uno esté en modo “dame”, que hace que la gente sea reactiva y busque la culpa fuera. En esta ocasión, no será un meteorito el objeto extraterrestre que impacte sobre la Tierra, sino una apertura de consciencia a nivel planetario, pronosticada desde hace milenios, aunque realmente poco comprendida. Como dice el astrólogo argentino, Eugenio Carutti, en su maravilloso libro Inteligencia Planetaria (que no va de astrología, y sobre el que hay varios vídeos en internet), el siguiente paso evolutivo de la Humanidad es ampliar la consciencia, dar un salto de nivel, un aumento de complejidad hacia una inteligencia planetaria y vincular. A esto se le ha llamado despertar, aunque, por desgracia, debido a la complejidad inherente para comprender este nuevo estado humano y planetario, son muchas las interpretaciones erróneas, y muchos los caminos desviados…, aunque estos tengan igualmente un propósito: el de agotar modelos que están quedando obsoletos. Es como si fuéramos ratoncitos, recorriendo todos los entresijos y rincones de un laberinto en busca de la salida. Pero el recinto no tiene puerta. Nos metemos en cada cul de sac de este particular puzle, atascándonos. Algunos insisten en que se abra la puerta. Otros siguen a los primeros y también hacen lo posible por forzar la salida. Así, se van sumando, en cada giro y cada recta, hasta que se van amontonando, unos encima de otros. Llega un momento en que, los que no encajan en ningún rincón, empiezan a darse cuenta de que no hay puerta, sino que la manera de salir del laberinto es por arriba… Para llegar a este punto, fue necesario que muchos repitiesen una y otra vez lo mismo, se amontonasen unos encima de otros, y persiguiesen con tesón un ideal: que la salida existe. Y lo que aprendieron no es a abrir puertas en los muros de laberintos, si no, y casi sin darse cuenta, que todos unidos se llega más lejos. Quizá no te identifiques con los ratones, así que intentaré explicar de una forma más sencilla de qué trata realmente este “despertar”, y cómo reconocer en uno mismo cuando va por “buen camino”. Empezaré con un artículo que me inspiró, junto a Carutti, para escribir estas líneas, firmado por Dennis L. Kingsley y titulado, “Existe un propósito coherente de consciencia planetaria”, del que destaco como resumen los siguientes dos párrafos:
Kingsley, a su vez, se inspira en el trabajo de Ervin Laszlo, y su teoría del Universo Holográfico. El húngaro describe tres concepciones diferentes de qué es la consciencia. La primera la llama la teoría de la turbina, adoptada por la mayoría científica, según la cual la consciencia es solo un subproducto del cerebro, de la misma manera que los electrones son producidos por un generador. Una vez que morimos, esta consciencia desaparece (sin la turbina se apaga, no se crean electrones).
Pero esto no concuerda con ciertas experiencias, como las extrasensoriales. Así, Laszlo postuló la teoría computacional de la consciencia, según la cual, al igual que sucede con nuestra información en internet, ésta es almacenada en un lugar “no localizado”, en la nube, más allá de nuestro cuerpo y cerebro, y además, es accesible por cualquier individuo. Esta definición coincide o corresponde con los conceptos de campo morfogenético, planteado por Rupert Sheldrake, el plano astral, o la consciencia colectiva de C.G. Jung. Sin embargo, esta segunda teoría tampoco daba cuenta de ciertos fenómenos, como las experiencias cercanas a la muerte. Por otro lado, Laszlo también se fijó en que el hecho de que el Universo posee una coherencia extraordinaria. De hecho, por ejemplo, si el Big Bang fuese una millonésima de segundo más lento o más rápido, no se habría creado la vida como la conocemos. Y como éste, existen multitud de fenómenos que se han ido concatenando de manera perfectamente coordinada hasta llegar al punto en el que estamos. Un cúmulo de coincidencias tan extraordinario que no puede más que ser fruto de un orden implícito. Es decir, el Universo, que existe sobre el despliegue del espacio-tiempo, y todo lo que alberga, más las reglas matemáticas que lo definen, son consecuencia de algo, de una consciencia, que está más allá del espacio-tiempo y que es implícita a todo lo que existe. En otras palabras, “la consciencia tiene su origen en una dimensión más profunda (en una 'matriz cósmica unitaria') y, aun así, se manifiesta en nuestra realidad cuantificable como una proyección holográfica”, como resume Kingsley. Tres tipos de consciencia Entonces, podemos decir que hay tres tipos de consciencia. No es que unos se equivoquen y otros tengan razón, sino que, digamos, dependiendo de tu grado de consciencia, “conectas” a un nivel u otro, por así decirlo. Puedes creer que tú no eres más que un cuerpo, con un cerebro y fecha de caducidad. Esta perspectiva estrecha, que es la que corresponden a la teoría de la turbina, te lleva a vivir a la defensiva, acumulando sin parar, para tapar el vacío que produce el miedo a la muerte. Vives reaccionando, es decir, funcionas con tu cerebro reptiliano, como aquel dinosaurio proverbial que no tenía ni idea de qué se le venía encima. Y aunque no seas remotamente consciente de ello, estás totalmente condicionado por la consciencia colectiva. El segundo tipo de consciencia es la colectiva, la computacional, que es aquella en la que estamos unidos por los arquetipos, nuestras creencias, las emociones y nuestros miedos. Cuando te abres a este tipo de consciencia, empiezas a darte cuenta hasta qué punto estamos todos unidos, y atraemos aquello con lo que vibramos: si tenemos miedo a la pobreza, atraemos más miedo y más pobreza; si estamos depre, vibraremos con más tristeza. Esta consciencia es la que hace posible que, cuando ocurre alguna catástrofe en el mundo, las personas sensibles pueden conectar con el sentir colectivo movilizado por dicho evento. Los miedos colectivos también nos conectan y hacen que seamos fácilmente “manipulados” por los medios de comunicación. El manejo de energías, la percepción de los sutil, la conexión con los muertos o el más allá involucran esta consciencia. Aunque esta consciencia es global, opera, desde nuestra perspectiva, de manera segregada, dividida en todos estos miedos, emociones y arquetipos. Como todo el ámbito de las emociones y las energías está más allá de las tres dimensiones, abrirse a percibir a este nivel ha sido a menudo contemplado como cosas de magia y brujería. Desde las corrientes espirituales del New Age, se presta mucha atención a este nivel: el trabajo con las energías, la percepción extrasensorial, la conexión con los muertos, incluso el pensamiento positivo para crear tu realidad, tienen que ver con este nivel de consciencia. A veces incluso llegando a confundir el mismo con algo más numinoso. Pero esta consciencia sigue estando dentro de la “Matrix”, del programa que nos determina como autómatas. El plano del programa La famosa película Matrix es una metáfora de la realidad y de la posibilidad de desarrollar una consciencia que alcanza a conectar más allá del espacio-tiempo. Pero los escenarios beligerantes y dramáticos, necesarios para que un filme sea visto por millones, se alejan de lo que implica realmente trascender la Matrix, o el programa. Para entender mejor qué es el programa, remito al lector a la Lógica Global Convergente informada por Alejandra Casado y desarrollada por un buen número de personas, a cada cual más interesante. Hay muchos vídeos sobre el tema, algunos más sencillos y otros más complicados. También es cierto que es un tema que de entrada puede parecer un tanto extraño, si no se ha empezado a comprender la base de su desarrollo desde el inicio. Se puede empezar con este vídeo https://youtu.be/5QmCX-upa5w o con cualquier otro en el que se explican los siete planos. Aquí resumiré algunos conceptos relativos a la consciencia y su desarrollo. Los siete planos se representan en una pirámide en la que el 1 está en la base y el 7 en el ápice. El plano 7 es la nada, el vacío, el origen. El 6 es el plano cuántico, de múltiples posibilidades. El plano 5 es el de la lógica según la cual se definen las posibilidades para crear el continuo espacio-tiempo, el cual se manifiesta en los planos 4 a 1. El plano 4 es el programa, la Matrix, que limita la expresión de los siguientes tres planos. El 3 es el plano mental, 2 es el emocional y 1 el plano físico. Los planos 5 a 7 están más allá del espacio-tiempo. Pertenecen a una dimensión implícita y global. Si partimos el anterior triángulo por la mitad con una línea vertical, el eje Y creado sería el eje del Ser, el punto 0, el punto del observador. Desde ese punto 0, que sería algo así como la presencia o la neutralidad, podemos convertirnos en observadores de nuestra realidad, conectando con el origen y desligándonos de la influencia del plano 4. Ampliaríamos nuestra perspectiva y, por tanto, la consciencia (plano 5), bajando así un nuevo potencial. Esto es Vivir desde el Ser. Así es como podemos crear una “nueva realidad”, en vez de quedarnos atascados en un bucle de repeticiones, para mayor alivio del Ego inmaduro, que nos mantiene reactivos y sujetos al “programa”. Para ello hemos de dejar de creer que el pasado nos condiciona (la mitad izquierda del triángulo), hemos de aprender a ser observadores y no tomarnos personalmente lo que sentimos ni lo que nos pasa. Hemos de contemplarnos sin intentar buscar enseguida una interpretación, y aceptando que en el cuerpo se manifiesta no sólo el conflicto, sino también el potencial. Sin embargo, a dónde nos lleva ese potencial, no lo podemos saber a priori. No podemos controlar lo que sucederá. El futuro no depende de nuestra voluntad. El reto es dejar de intentar controlarlo. Sin embargo, desde la consciencia de la turbina, nos creemos el centro del Universo y vivimos la ilusión de que podemos elegir nuestro destino merced a nuestra fuerza de voluntad. El Universo holográfico y la Inteligencia Planetaria Esta idea coincide con la Teoría del Universo Holográfico de Laszlo, que postula que el Universo, que se despliega en el espacio-tiempo, contiene un orden tan perfecto, que sólo puede ser el resultado de una lógica implícita. Para el húngaro, “el vacío cuántico es el campo de energía y soporte de información que no solo provee información acerca del universo actual, sino de todos los universos pasados y presentes” (según Wikipedia). En otras palabras, en la nada está todo, y nuestra consciencia es esa nada. Recomiendo, en este sentido, ampliar información escuchando al físico teórico Nassim Haramein. Por otro lado, está Carutti y la Inteligencia Planetaria. El astrólogo argentino plantea que la consciencia del ser humano está en los albores de dar un salto de nivel. Ahora nos percibimos como un centro que se expanden, que cuando se encuentra a otro centro, entra en competencia, de tal manera que uno engulle al otro o, en el mejor de los casos, cada centro se posiciona ante el otro de manera fija (relacionándose en base roles), para que no haya sorpresas. Desde este nivel de consciencia, el mundo es dual y se divide en yo y el otro. Con esta perspectiva, queremos estabilidad, repeticiones y que nada cambie. Vivimos desde lo que en astrología se llamaría el patrón lunar, dentro lo que nos da seguridad, en la zona de confort, con el Ego inmaduro esperando por fin que “mamá-papá nos dé el amor que siempre hemos querido”, repitiendo conductas que nos producen alivio, y rechazando cualquier cosa que amenace con cambiarnos. La causa de nuestro dolor está fuera, y reaccionamos ante la vida, intentando controlar al otro, como si quisiéramos inconscientemente obligarle a que compense lo que nuestros padres nunca nos dieron, a la par que hacemos lo de siempre que, por definición, nos aleja de lo que creemos anhelar. Vivimos como niños enrabietados echando la culpa fuera, o en su versión más sumisa, engullidos por la culpa y consumidos por el resentimiento. Son dos caras de una misma moneda. Esta rabia, exteriorizada o tragada, esconde debajo nuestra vulnerabilidad. No queremos ser vulnerables porque tememos que el otro nos hará daño de alguna manera, por lo que no conectamos con lo más profundo de nosotros mismos. Sin embargo, precisamente es ese estado de vulnerabilidad lo que nos permite abrirnos a la verdadera vincularidad, a dejarnos transformar por el otro. Si me dejo influir y cambiar por el otro, entonces dejo de ser “Yo”. Desde el Ego inmaduro no quiero cambiar, por lo que el vínculo se convierte en una amenaza de muerte. Pero abrirse al vínculo es precisamente de lo que trata la evolución de la consciencia en el planeta: dejarnos transformar en el encuentro con el otro, en vez de enrocarnos en relaciones en base a roles. Cuando nos permitimos transformar por el vínculo, ampliamos nuestra consciencia y conectamos con la consciencia planetaria. Ser consciente de y sentir en el cuerpo que somos parte de Gaia, y no individuos únicos y separados, es el siguiente paso evolutivo en el desarrollo de la consciencia. Este paso no es volitivo, sino evolutivo, e implica una mayor complejidad de las conexiones neuronales de nuestro cerebro. Cómo dar el salto de consciencia El Ego inmaduro cree que puede alcanzar ese nivel deseando, queriendo, anhelando y fantasea con la paz que supondrá el encuentro con una totalidad (Dios, Universo, Gaia,… mamá), pero que no es más que un anhelado estado simbiótico uterino e inmaduro. Sentir profundamente la conexión con todo el planeta no es sinónimo de no sentir (=paz?) …, y sí tiene mucho que ver con un estado de coherencia y resonancia con todo la Vida. Mirando hacia arriba sólo conseguiremos perpetuar la fantasía lunática de ser salvados, lo cual lleva implícito la amenaza, la culpa y la separación. Lo único que podemos hacer es mirar hacia adentro. Aprender a convertirnos en el observador, primero de nuestros procesos, luego de los procesos de nuestra familia, seguidamente de nuestros condicionantes culturales, hasta abrirnos a comprender a la Humanidad en su totalidad. Cuanto más miremos nuestros patrones, más detalles empezaremos a ver. Esta mirada cada vez más detallada, se corresponderá con un desarrollo estructural neuronal del cerebro que se hará cada vez más complejo. Es como hacer punto de cruz; al principio tu mano carecerá de la destreza necesaria, pero con la práctica, sus músculos y tu cerebro habrán desarrollado la complejidad necesaria para esta fina labor. Pero mirar hacia adentro no es garantía de desarrollo personal y neuronal. Muchos creen que el autoconocimiento es colocarse etiquetas que justifican sus reacciones. Esta forma plana de observarse sólo lleva a perpetuar la ilusión del Ego inmaduro de que es un centro. La verdadera mirada interior ha de servir para sentir y atravesar los Miedos del Ego, ya que, si no, estos seguirán determinando tu vida, y seguirás reaccionando y repitiendo patrones. Paralelamente, es imprescindible salir de tu pequeño mundo, salir del huevo y, por tanto, ir más allá de “papá” y “mamá” y su influencia. Experiencias necesarias a tener: que te rompan el corazón -es el Ego cristalizado en sus patrones infantiles que empieza a sacudirse-, y viajar por el mundo. Viajar y abrirte a otras culturas, a otros idiomas, a otras formas de ver la vida. Viajar y dejarte transformar por los lugares y las personas allá a donde vayas. Esto también hará que dejes de repetir siempre lo mismo, siempre las mismas costumbres, con los mismos horarios y la misma rutina, y de esta manera podrás empezar a dejar de reaccionar siempre de la misma manera. Convertirse en el observador Conforme aumente de complejidad tu cerebro, irás adquiriendo perspectiva sobre ti, sobre todo lo que te rodea y sobre la Vida. Cada vez reaccionarás menos y te resistirás menos a las experiencias. No te tomarás las cosas de manera personal. ¡¡Ni siquiera las relaciones íntimas!! Percibirás los cambios a través de tu cuerpo, sin que tu mente interprete nada y, por tanto, sin que se separe del cuerpo y genere sus propias emociones. Los Miedos del Ego, el abandono, el rechazo y el descontrol, no serán el motor de tu vida, porque comprenderás el efecto que tienen sobre ti. Estarás receptivo y abierto ante todas las personas y situaciones con las que te encuentres, sin expectativas y sin saber a dónde te llevará la experiencia. Estarás en coherencia, con mente y corazón abiertos, con la comprensión de que somos algo mayor que aquella identidad que antes creíamos que éramos. Pero también sentirás los cambios en tu familia, en tu sociedad e incluso en el planeta. Serás sensible a sentir el dolor y el sufrimiento de otros, sin reaccionar, sin hacer nada. Sólo observando. La perspectiva de este observador está más allá del espacio-tiempo. Está en lo que la LGC llama el plano 5, el de la lógica. Pero es desde este punto de vista que podemos entonces comprehender el planeta como una unidad, que podemos realmente ser conscientes de Gaia (plano 4, un nuevo programa), ese campo morfogenético holístico que no está dividido, fragmentado, al igual que nosotros no estaremos entonces separados ni fragmentados, ni como sociedad, ni tampoco interiormente, como individuos, porque habremos integrado todos los trocitos de nosotros mismos que antes habíamos proyectado sobe los demás. Volviendo al dinosaurio del principio. Cuando dejemos de ver en Trump a un ególatra prepotente y dominador, y reconozcamos que él, al igual que cada uno de nosotros, sólo es un niño herido, solitario y rechazado, que aprendió a defenderse de la Vida atacando con agresividad, que sufrió el dolor de la separación y el desamor, y que no pudo superar sus traumas, entonces el mundo cambiará radicalmente y no volverá a ser como antes. Pero no porque lo destruya un bólido celeste, sino porque habremos conectado con una perspectiva más allá de este planeta, y observaremos esta pequeña y hermosa bola azul, donde se dio el “milagro” del desarrollo de formas de vida que llegaron a ampliar su consciencia hasta verse en su totalidad, porque aprendieron a sufrir tanto que abrieron sus corazones al amor que los une a todos y que siempre estuvo allí, implícito en la Vida y en el orden del Universo. Guiomar Ramírez-Montesinos Psicóloga, astróloga y terapeuta psíquico El libro “Vivir desde el Ser” está ahora disponible en amazon
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Mis librosCualquier reproducción parcial o completa de este artículo ha de incluir autoría
La AutoraCategorías
Todo
|