Últimamente se habla mucho de la presencia y lo importante de estar en el “aquí y ahora”. Pero por mucho que lo intentamos, parece más difícil de lo que parece. A menudo, el intento de estar presente y no poder conseguirlo puede conllevar mucha frustración. ¡Y es que precisamente por el hecho de “intentarlo” no lo podemos lograr! La presencia no es algo que se pueda forzar. Se entiende que la presencia es un estado de paz y quietud, cuando la mente cotidiana cesa su desbocada actividad. ¿Pero realmente se comprende por qué es importante estar presente? En la presencia es dónde podemos darnos cuenta de que no somos esos pensamientos, ni nuestro cuerpo, ni lo que hacemos ni lo que tenemos. Todo eso forma parte de nuestra identificación egóica (algo por cierto muy necesario para traer al mundo lo que nuestro Ser anhela), y en el aquí y ahora es cuando podemos conectar con algo más.
Ahora, el objetivo tampoco es estar todo el rato presente, algo lógicamente bastante complicado y poco operativo si no puedes disfrutar de una vida puramente contemplativa. La meta es experimentar la presencia para conocer cómo se siente conectar con tu Ser, con tu consciencia. Para tener una referencia distinta. He ahí para mí una de las claves para conectar con el instante presente. Lo que nos impide estar en el aquí y ahora son las tensiones que se producen entre las propias creencias y los cambios a los que uno está expuesto en la interacción con los otros y con la vida. El encuentro invita a la transformación, pero ésta se vive como la muerte. Así pues, nos resistimos, generando una tensión entre lo que creo y aquello nuevo a lo que me tengo que adaptar. Desde la inconsciencia, apartamos una parte de la realidad. Corremos un tupido velo sobre aquello que no nos encaja. ¡Nos mentimos! Al negar un parte de lo que hay (lo evitamos) dejamos de fluir. Es como si colocáramos una pieza más del laberinto delante de nosotros para no ver todo lo que hay. Este fenómeno de aparte una parte de la realidad porque no encaja con mi creencia se llama “disonancia cognitiva”. Y la clave para volver a la presencia está en ver el laberinto desde arriba, en encontrar una tercera idea que pueda conciliar la creencia inicial con lo nuevo diferente. Una tercera idea que de sentido al desencuentro que generó la tensión: todo es para algo, aunque no sepamos ahora para qué. Te invito a profundizar sobre éste y otros temas similares en mi blog de www.vivirdesdeelser.com Guiomar Ramírez-Montesinos Psicóloga, astróloga y terapeuta psíquico www.vivirdesdeelser.com www.ctm-desarrollopersonal.com
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