El fuego que hace unos días ha arrasado el Monte de la Granadella, la umbría de Cansalades y varias urbanizaciones colindantes ha impactado fuertemente sobre la consciencia colectiva de los javienses, por su magnitud, por el despliegue de medios, y por los continuos rebrotes y focos dispersos que hacen temer la actuación de pirómanos. Este miedo colectivo se ha traducido en las redes sociales en acusaciones y deseos de linchar a el o los culpables. Como si así fuéramos a solucionar algo.... Pero el miedo engendra miedo, y por tanto aumenta el riesgo real de más incendiarios, en vez de reducirlo. En el presente artículo analizo desde otro punto de vista el incendio forestal de Xàbia (4-5 de septiembre, 2016), el pueblo en el que vivo, y sus consecuencias, desde una visión energética y emocional, desde su significado consciente más profundo.
Pero antes, despejar los miedos que nublan la vista con algunos datos obejtivos. En primer lugar, y a falta de información oficial, lo más probable es que el incendio se iniciase en el mirador por un descuido: la clásica colilla. Aunque en un principio parecía estar controlado, el fuego debió extenderse por el soto bosque, y poco después rebrotó más abajo. Las condiciones climáticas de ese día: viento fuerte, 20% de humedad, 40ºC de temperatura, rápidamente comenzaron a propagar las llamas. Mientras el foco se hacía fuerte, y ardía desde abajo hacia arriba por los primeros 400m de la Umbría de Cansalades, cenizas incandescentes (pavesas) volaban casi en horizontal por el fuerte viento, prendiendo las copas de los pinos colindantes. En el foco del incendio, los primeros árboles se quemaron de abajo arriba, pero en las urbanizaciones sufrieron las llamas que bajaban desde las copas de los árboles hacia los jardines. Los setos, las bombonas de butano y los depósitos de propano, hicieron el resto y dificultaron aún más la labor de los bomberos y demás voluntarios. Los siguientes focos aparecían de arriba a abajo, empezando por las copas de los árboles en las capas más altas, y cayendo sobre jardines y vallas. El fuego crecía, la gente se asustaba. ¿Qué es un pirómano y cómo afecta a la sociedad? Por la noche, saltó la chispa en el Saladar. Al parecer, se vio a alguien prenderle fuego. ¿Quizá un pirómano, o puede que también sea solo producto de las pavesas? Un pirómano es alguien con poco control de impulsos y mucho miedo al fuego, que de esta manera logra tener la sensación de control de su vida y sus emociones. Ahora, no todo fuego provocado lo es por un pirómano. Incendiarios también pueden serlo por motivos económicos o emocionales diversos. Creer en un pirómano como causante de fuegos sirve a una sociedad para polarizarse en una sensación de poder, proyectando su miedo sobre el supuesto culpable. Bajo la consigna de, "a por él" y amenazas de muerte, la sociedad logra una sensación de control sobre su miedo al desastre, al incendio, a la destrucción, focalizando todas sus emociones descontroladas sobre un culpable. Más o menos el mismo mecanismo que hace que el pirómano prenda fuego... Miedo al abandono en el incendio de la Granadella En este caso, el miedo social colectivo preponderante ha sido el miedo al abandono. Nuestra montaña, nuestros bosques, nuestra madre tierra... Simbolizan la madre. Cuando la madre muere, se enferma o se va, sufrimos el miedo al abandono (uno de los tres Miedos del Ego, junto con el rechazo y el descontrol). En negativo, este miedo nos vuelve egoístas y fomenta nuestra imaginación en detrimento del realismo. Nos sentimos desolados, perdidos, inestables. Este miedo colectivo ha provocado que la sociedad quiera buscar un culpable que se lleve toda la carga emocional acumulada, todo el miedo; y cuanto antes, mejor. Se trata de una dinámica clásica en grupos que provoca una falsa sensación de cohesión, proyectando miedos y culpas sobre un chivo expiatorio, que luego es muerto o expulsado de alguna manera de la sociedad. Así, aparentemente se lleva con él el malestar, y el grupo queda liberado. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Este aparente alivio no logra sublimar el miedo y la culpa que quedan suprimidas, y se van acumulando, hasta que la presión provoca un nuevo desequilibrio...., con lo que se crea un nuevo chivo expiatorio a quien linchar y expulsar. Todo miedo es una parte de una energía. En el caso del miedo al abandono, en su manifestación más negativa (por así decirlo), podemos observar reacciones de egoísmo, de refugio en la mente, exceso de racionalización (buscar el porqué de las cosas), imaginación.... En Xàbia pudimos ver reacciones de sospecha y recelo hacia él/los presuntos pirómanos, gente en busca de explicaciones, todo tipo de teorías conspiranóicas sobre la recalificación de suelos e intereses políticos (os aseguro que en este caso el suelo no urbanizable no se puede recalificar, y el urbanizable ya lo es), acusaciones a vecinos inocentes... En su manifestación más positiva, esta energía es la de unión, el apoyo y el amor. Esto también se pudo ver durante y después del incendio con la solidaridad de los vecinos, las manifestaciones de amor hacia nuestra tierra, nuestro paisaje, la colaboración desinteresada de cientos de personas, y el deseo de miles de ciudadanos de la comarca y de afuera de aportar con su granito de arena. El incendio ha provocado una desestabilización que ha hecho que nos tambaleemos entre un polo y otro de esta energía. Si nos estabilizamos finalmente en el negativo, el de la paranoia y la separación, o en el positivo, el de la unión y la solidaridad, depende de nuestra consciencia, de nuestra madurez, de nuestra intención. En vez de compartir cualquier chisme o rumor, mejor consultar, ponderar, contrastar, aprovechando las redes sociales para mejorar la información. Es importante ser objetivos y enfocar hacia acciones siempre positivas. Miedo al rechazo en el incendio de las Planas Hace sólo dos años Xàbia sufrió otro devastador incendio, el de las Planas, en el Parque Natural del Montgó. En este caso, el miedo del Ego protagonista fue otro, el del rechazo. Las Planas separan a Denia de Xàbia. Son un punto de unión, en teoría, entre los dos municipios. En la práctica, había rivalidades centenarias y desconexión. Además, los habitantes mismos de Las Planas han vivido desde hace años casi incomunicados, la cobertura móvil es casi nula, no se ve el mar, ni prácticamente a los demás vecinos. Entre ellos siempre han habido bastantes rivalidades, sospechas y falta de comunicación. Estos son algunas de las manifestaciones del polo negativo del miedo al rechazo. Cuando hay miedo al rechazo, se vive una falta de reconocimiento por parte de la autoridad. Y en aquel fuego vimos cómo la Generalitat tardó en reaccionar y en enviar medios contra el incendio, haciendo oídos sordos a nuestras peticiones. En positivo, esta energía nos habla de la colaboración, de la comunicación y conexión entre las personas. El fuego hizo que todo el mundo se coordinara para intentar proteger las casas y la vegetación. Más gente empezó a subir a las Planas después de la tragedia para conectar con la naturaleza. Casas antes incomunicadas, ahora tienen vistas al mar y a Xàbia, e incluso una mayor cobertura telefónica!! Miedo al descontrol El tercer miedo del Ego es el miedo al descontrol. La Riada del 2007 refleja una energía que en su manifestación negativa nos habla de caos, violencia, destrucción, pérdidas, sometimiento, autoridad y victimismo... En su manifestación positiva, nos aporta creatividad, nuevos inicios, impulso. En este caso, y por el momento histórico que estábamos a punto de vivir, no se sublimó esta energía hacia su polo positivo, sino que marcó el inicio de lo que sería la crisis para Xàbia. La sociedad javiense no supo aprovechar la oportunidad creativa que la Riada ofrecía. No estaba preparada. No era lo suficiente madura como para sublimar ese miedo. Limpiando memorias de guerra Además de la posibilidad de sublimar miedos del Ego, los incendios, o cualquier desastre, natural o no, que cobra una magnitud social, sirven para limpiar o ahuecar memorias. Nuestras células resuenan con historias no sólo de nuestra infancia, sino también con memorias de nuestros antepasados. Lo no resuelto, lo no expresado, se transmite de generación en generación a través de las tensiones que albergamos y que todo nuevo bebé absorbe, porque no lo distingue del amor. Mis abuelos sufrieron la guerra. Mi padres también. Guerra Civil, I y II Guerra Mundial y Revolución Rusa. Sin saberlo, y a pesar de que e procuraron que mi vida fuera lo mejor posible, en mí, en mis células, resuenan tantos temas de guerras.... En el último incendio de Xàbia tuve la sensación de revivir un montón de memorias de guerra: las sirenas, el ruido de los helicópteros y los aviones, los soldados, policía anunciando evacuaciones, explosiones (de butano y propano), fuego, destrucción, humo, lo inesperado, desalojos a las dos de la mañana.... Se parecía mucho a una guerra... Estas vivencias nos brindan la posibilidad de expresar el miedo y todo tipo de emociones que nuestros ancestros, en su día, no pudieron manifestar, ni mucho menos elaborar. Al "revivirlas" podemos permitir que resuenen y que salgan energéticamente de nuestras células y de nuestro cuerpo. Esto es tremendamente sanador. Lo importante es no volver a desconectarse, a aislarse por el miedo, sino abrirse. Lo importante es unirse. Cómo procesar un tragedia colectiva Una tragedia colectiva nos puede afectar, seamos o no protagonismos directos, e incluso si ocurre en otro país, como la crisis de los refugiados sirios o los atentados terroristas en otros países europeos. Lo que puede pasarte, si estás sintonizado con tus emociones y tu cuerpo, es que sientas oleadas de emociones. En mi caso, durante el incendio de Xàbia sentí incredulidad, luego angustia, desesperación, tristeza, incertidumbre, agobio, desolación, miedo..., y cuando ya había pasado, la noche del lunes, me sentí perdida, como zombie, deambulando... Fui al supermercado a comprar algo para cenar..., a hacer acopio de provisiones y a la vez buscar en la rutina un resquicio de normalidad... Es importante permitir estas emociones moverse a través de ti. Sentirlas y soltarlas. Aceptarlas, entendiendo que forman parte de un proceso que es mucho mayor que tú, y que no pretendas saber enseguida qué es. No busques explicaciones, no te encierres, no luches por encontrar culpables, no te pierdas en pensamientos. Vívelas sin más. Al fin y al cabo, estamos seguros. Los Bomberos, Policías, Cruz Roja, voluntarios, etc. cuidan de todos nosotros. En Xàbia tuvimos la suerte de estar protegidos esta vez, lo que nos permitió vivir estas emociones. Si el peligro es real, es obvio que hay que actuar. A través de la acción también se pueden limpiar memorias, pero ha de ser una acción productiva, que ayude, que una, que integre, como la de los ciudadanos voluntarios que ayudaron en la extinción. Al contrario, si la acción divide, separa, consiste en atacar o buscar culpables, el miedo movilizado se vuelve a cristalizar, y se consolida un poco más si cabe. Tomar consciencia de estos procesos colectivos es fascinante y liberador. Además, permite ver todo lo positivo que nace de ellos. Toda muerte, toda pérdida, crea un vacío que permite la entrada de algo nuevo. Con resistencia y con miedo, se vuelve a llenar de lo viejo. Con amor y positivismo, surgen nuevas oportunidades. Guiomar Ramírez-Montesinos Psicóloga, astróloga y terapeuta psíquico
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