Cuando estamos en la respuesta de huida, al igual que en procrastinación, no toleramos la frustración. A diferencia de éste, en la huida sí accionamos, porque es un estado del Sistema Simpático, aunque la motivación es la huida del malestar, del dolor, del vacío... evidenciando que en este caso, como en todos los estados del Nervio Vago Dorsal, no hubo la contención, atención, afecto, constancia y seguridad que el bebé necesitó para tener un Sistema Nervioso regulado Por este motivo, tampoco en la huida conectamos con nuestra esencia, con el Ser, ya que sentirse integrado, al igual que sentir el dolor emocional y físico, es muy intenso y abruma..., por lo que el sistema nervioso se disregula y provoca sensación de descontrol (se activa la respuesta de la lucha) o de estar perdido e indefenso (procrastinación e inmovilización). Aprender a parar y sentir lo que no es agradable, y a sostener procesos es clave para este estado. Cuando estás en la huida, buscas siempre la vía de menor resistencia, te cuesta sostener el esfuerzo, y por tanto también la energía vital. Por eso necesitas encontrar fuera algo que te proporcione alegría o que te de vidilla, desde comprar algo, a buscar experiencias divertidas continuamente, o esperar que una relación te rescate del tedio y del pesar de la vida del pollo sin cabeza... Pero cuando se obtiene lo que se desea, y la sensación de alivio se ha ido, enseguida aparece la ansiedad y la procrastinación. Este estado es reactivo y no proactivo, es decir, la acción uno está en función de los deseos y necesidades de los demás. Aunque este estado se puede parecer al juego, hay incoherencia y disociación, porque la motivación subyacente es el alivio (y no la satisfacción) de un estado de ansiedad, incomodidad, vacío o insatisfacción. Para saber si actúas desde el alivio, prueba no hacer nada durante una tarde, ni siquiera mires la tv o las redes sociales. ¿Puedes sostenerte un tiempo sin hacer nada? Si la respuesta es no, porque te sientes nervioso, vacío o surgen emociones desagradables, estás huyendo de emociones más profundas. Cuando de pequeños nuestros padres no nos permitieron explorar la vida, encontrarnos con frustraciones y dificultades, y descubrir cómo resolverlas..., o cuando nos dieron todo lo que queríamos, cuando no nos pusieron límites, cuando no ejercieron su autoridad y fueron demasiado complacientes..., nos privaron de la oportunidad de conectarnos con la lucha, la resistencia y esforzarnos por lograr aquello que deseamos, y por tanto de conectar con nuestro impulso, con nuestra propia energía vital, y de definir realmente qué queremos, qué deseamos, desde nuestra individualidad. Los deseos en este estado pertenecen a la consciencia colectiva familiar o social. Al haber disociación, nuestra voluntad está condicionada por los deseos de nuestros padres, del clan, o de las fuerzas que manipulan la opinión social. Así, deseas el cuento Disney en las relaciones, ser famoso y rico, viajar con una furgo customizada (ahora está de moda), tener un montón de seguidores en las redes... sin capacidad para sostener nada de ello... Y cuando obtienes ese deseo, nunca quedas satisfecho, porque no es un deseo de tu alma, sino de tu Ego. Síntomas del estado de huida
Qué te hizo vulnerable a este estado
Consecuencias de este estado
Para salir de este estado
Un consejo importante En la huida cuesta sentir las emociones más displacenteras y el dolor. En todo estado disociado (Nervio Vago Dorsal), en el fondo hay un sentimiento de soledad y desprotección. Al ser la huida un estado del Sistema Simpático, uno tiende a moverse físicamente, huyendo del dolor, pero el malestar sigue estando dentro, y no puedes huir eternamente de ti mismo. Si lo haces, te alejarás cada vez más de ti, de tu felicidad, deseos y anhelos más profundos, y de tu Propósito y Misión de Vida, que sólo puedes encontrar en presencia y quietud. Así que aprende a estar presente y a sentir tus emociones y tu cuerpo. Guiomar Ramírez-Montesinos psicoastrocoach
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