Descubres que te sientes insatisfecha en tu vida, que te falta algo. Empiezas a hacer tu trabajo de desarrollo personal, a conectar contigo. Cambias algunos hábitos y te marcas toda una serie de buenos propósitos. Y entonces, ¡zaca!, algo pasa que ye hace sentir que has vuelto a dónde habías empezado, que todo tu esfuerzo hasta ese momento no ha valido la pena, que sentirte más satisfecho o mejor no es más que una quimera…. ¿Qué ha pasado? Cuando esto sucede, la mayoría de las personas creen que han fracasado en su intento de mejorar su vida, o que simplemente no vale la pena porque nada va a cambiar. Sin embargo, precisamente este tipo de sucesos son la señal de que estás a punto de hacer un avance en tu desarrollo personal, dar un salto de conciencia. Son las pruebas del Techo del Ego. El Techo del Ego está conformado por el sentimiento de culpa no asumido y no superado. La culpa nos escinde, nos divide en dos. Esta división interna la proyectamos fuera buscando culpables de nuestro malestar, o la introyectamos, fustigándonos por lo mal que lo hacemos. De una o de otra manera, cuando hay culpa, ponemos nuestro poder fuera. Le damos poder a todo aquel que creemos puede hacernos daño o infelices. Le damos el poder a los políticos, a la sociedad, a los jefes, padres, pareja e incluso a los hijos, cuando creemos que ellos pueden afectar nuestra vida. Y también damos el poder a los demás, cuando nos castigamos, pensando que lo hemos hecho mal, que no somos lo suficientemente buenos, y por tanto, que no seremos aceptados por los demás. Cuando tomamos la decisión de realizar un cambio consciente en nuestra vida, tras habernos dado cuenta de que no hacíamos más que repetir un patrón, cada vez aparecerá una prueba del Techo del Ego, para retarte. ¿Estás seguro de ese cambio? Y entonces nos entra el miedo a quedarnos solo, a que nos rechacen o a no valer nada. Como no entendemos este proceso, reculamos, y volvemos a la zona de confort: la repetición del patrón. Por ejemplo, imagina que sufres dolores continuos, que tienes fibromialgia, y te creas una identidad en base a sufrirlos. Esa identidad reporta inconscientemente beneficios: atraes atención, logras condicionar a los demás a tus necesidades… Un día te haces consciente de este patrón y decides cambiar y enfocarte en sentirte bien y en hacer las cosas que realmente te gustan. ¡Entonces aparece la prueba del Techo del Ego! Surge un dolor intenso, o te preguntarán por tus dolores personas que antes no te hacían caso… ¿Realmente estás comprometido con tu proceso, con tu cambio? ¿estás dispuesto a soltar esa atención, esa sensación de poder sobre los demás? ¿Qué sería de ti sin esos beneficios? Observa tu miedo del Ego (al abandono, al rechazo o al descontrol). ¿Quién toma la decisión, él o tú? Si en vez de ceder ante el miedo del Ego, reconoces la prueba como tal, te sentirás con más confianza y seguridad para seguir tu camino. Imagina que tu hijo te pide caramelos. Normalmente, para que se calle, se lo das, aunque opines que no debes darle todo lo que quiere. Pero un día decides que ya no vas a ceder ante esa petición, y que eres tú quien decide cuándo puede y cuándo no tomar un caramelo. ¿Qué sucederá a continuación? Que se pondrá a pedir caramelos con una frecuencia y una intensidad mayor a lo de antes. En ese momento, si tienes confianza en tu decisión, serás firme y no te doblegarás. Pero si dudas de ti, si aún pones el poder fuera y temes los errores, seguramente cedas ante la presión y vuelvas a lo de antes. Este fenómeno se conoce en psicología como programa de refuerzo de razón variable discontinua. Se observó que, cuando a una paloma no le das lo que espera (su comida), cuándo lo espera, se pondrá a picotear como una loca para descubrir cuál es el ritmo y la frecuencia que llevan a la recompensa. De manera similar, cuando hacemos un cambio, las personas a nuestro alrededor sentirán el impulso de demandar aún más de ti, para volver a la situación previa, a la conocida. A la zona de confort. Las pruebas del Techo del Ego son esto y un poco más, porque no sólo dependen directamente de las personas más allegadas, sino que también pueden aparecer por circunstancias externas o en la forma de problemas físicos. Sostener el vacío Cómo ya expliqué en un artículo previo. Otro fenómeno que sucede cuando estás a punto de realizar un cambio de consciencia es una bajada energética. Te puedes sentir cansado o incluso enfermo, atontado o mareado, o puedes sentir vacío y soledad. Como esto no está bien visto en nuestra sociedad, luchamos contra estas sensaciones: tomamos café, salimos a hacer deporte, ingerimos comida, nos ponemos a limpiar, buscamos a los amigos o tomamos medicamentos. Todo para no sentir ese cansancio y ese vacío. Y, sin embargo, ¡ese bajón energético es justo el paso previo a realizar un salto de consciencia! Así que te invito a observar y reconocer las pruebas del Techo del Ego, y a reinterpretarlas como una señal de que vas por buen camino. Por eso aparecen estos retos. Observa también el cansancio o el vacío que te acompaña. Sostenlos. Puedes sentir tristeza. Siéntela. Métete en ella. Y suéltala. Guiomar Ramírez-Montesinos Psicóloga, astróloga y terapeuta psíquico
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Mis librosCualquier reproducción parcial o completa de este artículo ha de incluir autoría
La AutoraCategorías
Todo
|