En la anterior entrada de mi blog os hablé de los Miedos del Ego y cómo son fruto de la Era anterior. Su sentido de ser es nuestra individuación. La consciencia de separación siempre es dolorosa, pero necesaria para poder dar lo mejor de nosotros en esta Era del Ser que hemos iniciado. El Ego es necesario para comunicar con los demás y transmitir nuestros talentos. A continuación os detallo las características de los tres Miedos del Ego. Son sólo tres los miedos que nos separan de nuestro centro, de nuestro Ser: abandono, rechazo y descontrol. Pero el riesgo está en el autoabandono, ya sea a nivel físico o mental: puede dejar de cuidarse, engordar, perderse en las drogas o incluso llegar a disociarse mentalmente hasta “perder” la cabeza, y por supuesto, también puede abandonar a los demás. El control mental o “perderse” en las obsesiones, es otra de las posibles manifestaciones. Necesita aprender a atender y sentir su cuerpo. Esto le ayudará a desarrollar su individualidad. Cuando este miedo se activa, no se posee la fuerza energética suficiente como para emprender una acción contundente en el mundo externo; la tendencia es esperar a ser rescatados, a que las cosas sucedan. A la hora de empezar esfuerzos pueden rendirse con facilidad debido a esto. Los rituales les ayudan a conectar con la materia y desarrollar la paciencia necesaria para comprobar que su intención se manifiesta. Como talento tiene una gran capacidad para amar a los demás y el trabajo que realiza. Es el gran especialista y desempeña tareas con gran dedicación y foco. La entrega le caracteriza, ya sea a una labor, a una persona, o al Universo como fuente de Vida. Alberga el secreto del individuo que se sostiene por sí mismo, si suelta el apego, el miedo a perderse y a quedarse sólo. Es el alma libre. Miedo al abandono. Su cualidad energética es débil y corresponde a la primera etapa del desarrollo, al bebé, que es indefenso y no puede valerse por sí mismo. Este miedo se activa antes de los cuatro años mediante vivencias de abandono, ya sean reales o imaginarias, por ejemplo, porque la madre fue fría, arisca o ausente. Cuando una persona es afectada por este miedo, tiene una profunda sensación de soledad y de estar desvalida, pero reaccionar o tomar acción resulta difícil; lloran o se quedan mudos; éstas son las únicas respuestas de un bebé. Este miedo resuena con el infante que es abandonado fuera de las murallas, por eso la persona siente que necesita la ayuda de los demás o morirá. Siente un gran vacío que añora ser llenado. Tiene miedo a no tener suficiente para sobrevivir: alimento, dinero, seguridad, cuidados,… Es muy afectivo y puede mostrarse muy cariñoso. Hay miedo a quedarse solo y a perderse, ya sea en el plano físico o en el mental. La imaginación es su salvación, ya que en su mundo ficticio mental puede crear una realidad en la que no es abandonado. O llena su cabeza de información para no sentir el vacío, llegando así a desarrollar mucho las capacidades intelectuales. Miedo al rechazo. Su cualidad energética es intermedia, y corresponde a la etapa de la niñez, entre los 4 y los 7 años, cuando el niño empieza a interactuar con los otros niños. Este miedo suele aparecer en la escolarización temprana y se relaciona con lo que uno da o recibe de los demás, por lo tanto, con las primeras interacciones sociales. Se ve afectada la comunicación, ya que ésta es el principal medio de intercambio con el otro que tenemos, y comprometida la madurez emocional. Resuena con el niño que es repudiado por diferente; su forma de vestir, pensar, actuar no es como la de los demás, por lo que no es acogido por el resto de la sociedad, y en especial, por el líder que ve en él una amenaza. Por eso termina rechazado. A diferencia del anterior, este miedo implica autonomía. El rechazado camina y se va en cuanto siente su miedo, bien a buscar a otros para desahogarse, bien a lamerse las heridas en soledad. El problema es que suele terminar aislado, y por lo tanto no desarrolla las habilidades sociales y emocionales necesarias como para poder comunicar con éxito con los demás, lo que le resultaría en ser aceptado y reconocido; o creando corrientes de opinión en contra del poder establecido. Como compensación, se centra en el hacer en vez de en el sentir, llegando a ser muy perfeccionista y habilidoso. Aunque su hipersensibilidad al rechazo le lleva a creer que sólo recibe críticas de los demás, con lo que se esfuerza en hacer las cosas aún mejor. Le cuesta tanto expresar lo que siente por miedo a ser rechazado, que termina optando por cambiar su punto de vista y “comprender” al otro, antes de comunicar de verdad su sentir. Pero esta estrategia tiene un límite que sólo él conoce, y el día en el que se alcanza, recoge sus bártulos, se da media vuelta y se va, sin decir nada y sin dar oportunidad al otro. Es decir, rechazando. Para superar este miedo, ha de aprender a “hablar el idioma” de los demás y conocer “otras culturas” y formas de ser. Es decir, ha de aprender a empatizar y ponerse en lugar del otro. No todo el mundo ve las cosas de la misma manera. Separarse y vagar por el mundo le es natural, por lo que puede conocer muchas realidades y muchas personas, pero no suele hacerlo en profundidad. El “No” es una barrera infranqueable para él, y la comunicación se convierte en un arma de defensa en vez de en un puente de unión. La utiliza para manipular el encuentro, definiendo a priori todos los resultados posibles, curándose así en salud. Sin darse cuenta, de esta manera consigue rechazar las diferencias de los demás, escudándose detrás de opciones lógicas y palabras bien articuladas, o de un silencio frío. Entonces los demás terminan rechazándole. Ante la profecía autocumplida, levanta un escudo de cristal que le hace aparentar frío y duro por fuera, bloqueando su expresión verbal y emocional, mientras que su mundo interior, que no ha tenido tiempo para madurar, hierve de dolor. Pero nadie siente la motivación para acercarse y darle un abrazo. Se lleva mal con las personas que ostentan algún tipo de autoridad porque insiste en comunicarles sus ideas, mientras que para el líder tanto las propuestas novedosas como el silencio del rechazado suponen una amenaza. El desencuentro suele terminar en traición al poder establecido. Es el gran instigador de movimientos sociales subversivos. Ha de aprender a recibir críticas y negativas, sin tomárselo personal, y no criticar. Ha de descubrir que las opiniones contrarias no son sentencias sino estados pasajeros, así como apreciar las diferencias entre las personas y sus puntos de vista para conectar con los demás. Ha de aprender a recuperar y reconocer su conexión natural con la intuición, con su Ser, en vez de esperar a que se la reconozcan. Como talento tiene la capacidad para poner palabras a lo que siente y comunicar desde el corazón, para conectarse con lo más elevado de su Ser y comunicar sus mensajes, y para conectar y coordinar a las personas. Es el conector-comunicador. Miedo al descontrol. Su cualidad energética es muy fuerte y corresponde a la etapa a partir de los 7 años hasta los 14. Este miedo surge en la adolescencia; el púber pasa de ser hijo de sus padres, mimetizado por completo con los valores y deseos de sus progenitores, a de golpe sufrir el estallido hormonal de su cuerpo. Resuena con el joven que de la noche a la mañana se siente diferente a su clan; es el joven lobo que le planta cara al macho alfa; el encuentro estalla en violencia y muchos miembros del grupo salen mal parados.
La vivencia es que la familia no puede sostenerle emocionalmente, bien porque no dispone de la capacidad o porque los progenitores son malos modelos de contención o de manejo de la propia energía y poder personal, por lo que ésta se asocia sólo con destrucción. El shock de este cambio tan brusco atrae acontecimientos drásticos y dramáticos que alteran repentinamente la vida del individuo. Esta vivencia hace que desarrolle miedo a sentir, debido a que se vincula al descontrol emocional, al miedo a un desastre repentino, a la violencia e incluso a la muerte, ya que no se aprendió a manejar adecuadamente las emociones desbordadas, y miedo al descontrol, o que las cosas o las personas estén fuera de su sitio. También aparece el miedo al fracaso o miedo a ser descubierto como un fraude, pero que no es más que miedo a perder el lugar que le corresponde dentro del grupo social, miedo a caer en desgracia. Necesita el orden a todos los niveles, pero que el orden sea el suyo. Se siente atrapado y descolocado en el orden de otros, pero no soportaría ir por libre y que su posición dependa de cada situación o del azar. Si no logra imponerse a los demás, adopta la estrategia que tenía de niño: como mis padres no son muy predecibles (en su manejo emocional y energético), me mimetizo y adapto a ellos; con su gravitación hacia ambientes violentos o traumáticos, puede terminar en situaciones de abuso sin darse cuenta. Le resulta difícil cuestionarse el orden de las cosas, y en especial a las autoridades, empezando por sus padres cuando era pequeño. Por esto mismo, es muy frecuente que no se acuerde de casi nada antes de los 7 u 8 años. Por otro lado, cuando percibe que tiene su entorno controlado, cualquier situación o enfrentamiento con otro se plantea como que uno ha de ganar y el otro perder, por lo que se esfuerza en no dar su brazo a torcer y ser el vencedor. Esto le puede llevar a manifestaciones violentas. Es muy frecuente, debido a la gran cantidad de energía que se maneja con este miedo, si no es adecuadamente canalizada, que se produzcan muchos acontecimientos dramáticos o enfermedades graves a lo largo de la vida, bien sobre uno mismo o en el entorno familiar o cercano. Evitar las emociones fuertes o intentar controlarlo todo y manipular a los demás para que prime la paz solo empeora esta tendencia. Como talento posee la capacidad para canalizar un enorme caudal de energía creativa, y para poder hacerlo necesita desidentificarse de su gran Ego y dejar que aquella fluya. Es el generador de ideas, el que pone en marcha a la gente, el impulsor de proyectos e iniciativas. Debe entender que la clave es crear situaciones ganar-ganar para estimular la cooperación. Tiene la habilidad de manipular a los demás para elevarlos espiritualmente, por eso puede ser un buen maestro (en francés, se llama elévès a los estudiantes). Muy importante, todo lo que crea o impulsa, todas las relaciones personales, ha de soltarlas, desapegarse o no tomárselas personal (ha de quitar su gran Ego de en medio), sino quiere que su gran energía se vuelva destructiva. Es el creador-inspirador. Guiomar Ramírez-Montesinos psicóloga y astróloga
5 Comentarios
Doly Morales
9/10/2015 09:40:46
Que bien explicado Guiomar. Me ha encantado.
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Miguel
6/8/2016 17:27:31
Me identifico totalmente con estos tres miedos, podrías explicarme mas la parte de "Se lleva mal con las personas que ostentan algún tipo de autoridad..." Saludos
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Guiomar Ramírez-Montesinos
10/8/2016 09:53:45
Hola Miguel, las personas que vibran con el rechazo sienten sobre todo la necesidad de ser reconocidas por aquellos que ostentan algún tipo de autoridad, aquellos cuya opinión cuenta más, como por ejemplo, un profesor, los padres, el jefe, etc. El que vibra con el rechazo es el que más analiza y discrepa del estatus quo. No se conforma con las cosas como son, y puede o bien adaptarse y aceptarlo, silenciándose, o intentar expresarlo, irrumpiendo el equilibrio que tan celosamente protege la autoridad de turno.
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Carlos
9/4/2018 15:06:46
Hola Guiomar . Me gustaría saber si puedes dar unos consejos generales para superar dichos miedos y quitarse el ego. Sería de gran ayuda . Gracias .
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Guiomar
9/4/2018 23:54:40
Hola Carlos, más que superar los Miedos del Ego, se trata de comprenderlos para activar los talentos implícitos (eso lo explicó en el artículo). Has de aprender a observarte cuando surge el miedo para no alimentarlo en exceso. Y al Ego no hay que eliminarlo. Necesitas los talentos que vas forjando con él para ofrecer tus talentos al Mundo. El Ego solo tiene que madurar para dejar de pedir y ponerse a dar.
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