¿Eres el cubo de basura emocional de los demás? ¿Tienes tendencia a complicarte la vida, a encontrar resistencia o a sufrir? ¿En tu cabecita el “tengo que” resuena con demasiada frecuencia? Esto es porque cuando eras bebé mamá no pudo o no supo atender tus necesidades básicas de conexión y nutrición. Una de las heridas de cuando eras bebé que más te puede condicionar tu vida y tu forma de relacionarte con los demás está relacionada con la manera y las condiciones en la que mamá te alimentó cuando eras bebé. Si ella estaba muy ocupada con sus rutinas, si estaba estresada, si se sentía insegura y presionada como madre, si no tenía paciencia, si tenía problemas que le hacían sentir rabia, todas estas emociones formaron parte de tu dieta cuando eras bebé. Así, cuando ella te daba el biberón y la papilla, lo más probable es que tú la reachazaras, ya que por instinto no deseabas tragarte sus emociones más tóxicas junto al alimento. Si ella ya venía frustrada o con rabia, esta resistencia (que en el fondo no es más que un reflejo de los sentimientos de ella) le provocaría aún más irritabilidad. Cuando la emoción llegaba a un punto que era demasiado intensa, el alma del bebé se disocia, es decir, se sale del cuerpo. Esto en el bebé es muy normal, ya que al nacer, su alma a penas está conectada a su cuerpo, y a lo largo de los primeros dos años es cuando ha de ir poco a poco encarnando con la atención de su mamá. Pero toda madre lleva su propio bagaje de problemas, que a su vez ha heredado transgeneracionalmente (Memorias Celulares), por lo que no resulta de gran ayuda. Cuando se disocia el alma del bebé, deja de haber resistencia, y la mamá logra que su pequeño se trague el alimento…, y con ello, todas las emociones que ella en ese momento contiene (por mucho que intente disimularlo). La mamá siente alivio… Así es cómo el bebé aprende a tragarse la “mierda emocional” a cambio de unas migajas de amor (alivio). De mayor, será un adulto que se tragará los problemas y preocupaciones de los demás, que atraerá la rabia y el estrés de otros, y se los zampará enteros, a cambio de ver cómo el otro se alivia un poco o cómo el problema desaparece (momentáneamente) con su acción. Y ese alivio será su alimento emocional, será aquello que registra como amor. De mayor será una excelente ama de casa, psicóloga, ingeniero y amiga de sus amigos... Cómete ese pastel Como este tipo de conductas se originan con un patrón de alimentación, y debido a que uno ya es mayorcito como para esperar que mamá resarza el daño hecho, sanar esto sólo está en tus manos. Las buenas noticias son que no es necesario hacer años de terapia para hacerte consciente de que hay piezas de tu puzle que están fuera de lugar, o para comprender qué es un patrón… Te voy a dar unos consejos sencillos para que empieces a tener una mejor relación contigo, la cual te ayudará a estar más conectada, centrada y feliz, y poder tomar decisiones desde tu corazón, y no enredarte en las dudas de tu mente-Ego… Se supone que tenemos que comer sano. ¿Pero realmente sabemos lo que significa eso? ¿Lo que es sano para ti, lo es para mí? ¿Tu equilibrio es igual al mío? A pesar de que desde el Patriarcado, y en especial desde la Revolución Industrial, nos han hecho creer que sí, lo cierto es que cada ser humano es diferente, excepto claro está a un nivel muy básico de funciones metabólicas y órganos. Pero igualarnos por debajo, que es típico de la Revolución Industrial, nunca ayudó a que nadie conectara con sus talentos….
Dicho esto, también es cierto que no sabemos escuchar a nuestro cuerpo y lo que necesita, pero esto es así precisamente por esas necesidades básicas desatendidas. Sin embargo, creo que “forzarte” a comer sano no ayuda, ya que es precisamente lo que causó el problema!! Lo que yo te propongo es un poco contrario a los valores sociales patriarcales. Has de aprender a elegir las cosas que te gustan y te sientan bien a ti, los objetos, los alimentos, las personas, los ambientes, las palabras (en especial las que te dices a ti mismo), incluso las redes sociales y la televisión, y dejarlas cuando ya no quieras más. Para reentrenar a tu cerebro y que tu cuerpo confíe en tu decisión, es importantísimo que sepas decir, “no quiero más”, aunque sea algo que te gusta mucho. Por ejemplo, si te apetece una deliciosa tarta de calabaza con chocolate, cómetela. Pero hazlo poco a poco, saboreando cada cucharada, y cuando ya sientes que tienes suficiente, la tiras a la basura. ¡Sí, a la BASURA! ¿Por qué insisto? Pues porque como no estamos conectados con nuestro cuerpo, lo normal es que nos empachemos, que consumamos de más (y digo tarta como puedo decir hamburguesa, redes sociales, conversación entre amigos, encuentro familiar, compras, etc.). Así que, si no tiro la tarta a la basura, le estoy diciendo a mi cuerpo que él es un cubo de basura!!
Y cuando hago eso, cuando me atiborro o empacho con algo, ya sea que me gusta o que me sienta mal, mi cabecita egoica empieza a dar vueltas como loca en busca de un culpable. Y cuando lo encuentro (el culpable puede ser otro o uno mismo), me alivio…, y (¿te acuerdas de mamá?) siento que eso es amor… Pero entonces termino disociado, es decir, que no estoy en mí. Y cuando no estás en ti, sientes ansiedad, con lo cual vuelves a repetir la conducta que te proporcionó alivio, porque ese “amor de madre” es lo que da la ilusión de seguridad. En mi próximo libro detallaré esto más, pero por ahora decir que esta dinámica es la que está detrás de la creación del inconsciente colectivo (o campos morfogenéticos), del sentimiento de pertenencia a una familia, a un clan o a un país, de la disociación que te lleva a estar en el “tengo que hacer”, sometido a las creencias del patriarcado, y de la adicción al esfuerzo y el sufrimiento que nos impide conectar con el hecho de que somos capaces de crear nuestra propia realidad y vivir la Vida de manera fluida. Esta dinámica está detrás de las guerras, del odio y del separatismo. Así que, si quieres ser más feliz, estar más conectado contigo mismo y encima ayudar a sanar a la Humanidad, y de paso al planeta, cómete ese pastel, cocínate ese plato que tanto te gusta y no te permites (es mejor que te lo cocines tú y no que te lo den hecho; cuanto más elijas, mejor), y tíralo a la basura cuando ya sientes que has tenido suficiente (luego, cuando ya estés en ti, no necesitarás tirar nada a la basura)...., y por favor, no te sientes a comer mirando redes sociales, imágenes, televisión o vídeos, rodeada de personas, o manteniendo una conversación cuya energía no sea amable, amorosa y dulce. Es mejor primero hacer este ejercicio tú sola, en un entorno y ambiente que sea agradable para ti y con atención plena. Y hazlo con cosas pequeñas, simples, con detalles, para ir desde lo pequeño labrando esa confianza con tu niño interior, poco a poco. Te invito a leer más sobre la fragmentación del alma y la satisfacción de necesidades básicas en Conectando con el Cuerpo. Guiomar Ramírez-Montesinos Psicoastrocoaching
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