El Sol acaba de entrar en Virgo, signo que se asocia tradicionalmente con la pureza, la salud, el trabajo y el servicio, pero también con las obsesiones, la crítica y el exceso en el detalle. Pero Virgo es mucho más que eso y nos da las claves de nuestra evolución singular y colectiva. Para contaros cómo funciona esto expondré como ejemplo el caso de Jesús de Nazaret. El nivel de consciencia de la Humanidad apenas está alcanzando la capacidad para comprender e integrar la energía de Virgo, que en definitiva nos habla de cómo estar presentes. Mercurio, como primer regente de este signo señala hacia la importancia de la relación cuerpo-mente y el papel que la respiración desarrolla a la hora de fijar, procesar y soltar información. Quirón, como regente moderno, explica la función de este signo como conexión entre la mente individual y la colectiva. Quirón, el planeta del sanador herido, posee una órbita muy irregular que cruza la de Saturno (último planeta de la consciencia social) y Urano (primer planeta transpersonal, que nos habla del subconsciente y la consciencia colectiva), simbolizando cómo el trabajo personal sobre la propia herida luego revierte en el colectivo a través del servicio. Es decir, lo que aprendes a sanar en ti sirve para que luego puedas ayudar a otros. Hasta qué punto esto es así, seamos conscientes de ello o no, es de lo que os voy a hablar en este post. En mi post anterior hablé de que la consciencia (se individual o colectiva) sólo puede sostener “información empaquetada” (no dual), por lo que toda la información dual, es decir, de “problemas” no resueltos es transportada por la energía y sostenida por la materia y en nuestro cuerpo en la forma de memoria celular (que está conectada con el subconsciente colectivo e individual). Cuando la información dual es comprendida en su polaridad, entonces es integrada en la consciencia, tanto en la colectiva como en la individual, provocando un cambio de estado vibratorio de ambas. La vida es una escuela en la que aprendemos cada día más sobre nosotros mismos a través de lecciones que son comunes. Por ejemplo, aprender a querernos, a estar presentes, a ser asertivos, etc. Estos aprendizajes los experimentamos y resolvemos cada uno añadiendo su historia particular, y viviéndolos desde todas las polaridades. Así, antes de aprender a ser asertivo, nos encontramos con situaciones en las que somos pasivos, nos salimos de nuestro centro y nos dejamos pisar, pero luego estallamos y nos enfadamos, “atropellando” al otro de manera agresiva. En astrología se considera que existen vidas pasadas. Por mi propia experiencia, no puedo negarlo –aunque creo que uno sólo debe creer en aquello que ha experimentado-. Las filosofías orientales también creen en el karma personal. En la biodescodificación y el transgeneracional se dice que heredamos los aprendizajes de los conflictos no expresados en nuestra familia. El psicoanálisis habla de cómo nos influyen nuestros padres. Sea como fuere, en esencia tenemos en nuestras células –y en el subconsciente personal- información sobre aprendizajes no resueltos, círculos no cerrados, que tarde o temprano hemos de abordar. Asimismo, esta información “no empaquetada” se “ubica” en el subconsciente colectivo –o campo morfogenético-, ya que las “lecciones de la vida” son comunes. Cuando lanzamos la intención de trabajar sobre nosotros mismos –la energía de Virgo es la que nos hace fijarnos en los detalles y querer mejorar-, elevamos nuestra frecuencia y esto hace que se movilicen las memorias de nuestras células. Aunque igualmente, si tu intención es “quedarte cómo estás”, el incremento en la vibración de la consciencia colectiva provocado por las personas que realizan sus aprendizajes también te impulsará al cambio. Ahora veremos cómo. Problema resuelto, información empaquetada Pongamos que el individuo A se propone mejorar y se expone a sus memorias, viviendo una serie de experiencias que le permiten integrar una polaridad, y por tanto, un aprendizaje. El problema resuelto y el aprendizaje quedan como “información empaquetada” en la consciencia colectiva y en la consciencia individual, contribuyendo al incremento vibracional de ambos, aunque la aportación colectiva lógicamente es más sutil. Entonces el individuo B lanza su intención de abordar el mismo problema, aunque con sus particularidades personales. La información empaquetada que “depositó” A en la consciencia colectiva, merced a la energía de la voluntad de B, aparece disponible para éste, facilitando el enfrentamiento. Cuando B resuelve, su “información empaquetada” pasa a enriquecer y aumentar la información que “depositó” A en la consciencia colectiva, además de contribuir a la personal. Los matices en la resolución del problema de B sumados a los de A aumentan la “utilidad” de la información empaquetada y facilita que más individuos puedan enfrentar y resolver la misma temática. A su vez la suma de aportaciones a la solución del problema hacen que ese paquete de información aumente de vibración, a la larga alcanzando un punto de masa crítica (un 10% de la población de que se trate) a partir del cual la vibración es tan alta que el resto de las personas del grupo social (familiar, social, nacional, regional, planetario…) ya no puede “evitar” enfrentar y resolver el problema o tema en cuestión. Algunos ejemplos más evidentes de este proceso son la consciencia de que necesitamos expresar nuestras emociones, la realización de la necesidad de igualdad de género, la consciencia medioambiental, la importancia del estado de bienestar y del bien común, la intolerancia al sometimiento ante la autoridad, la asertividad, etc. La contribución de Jesús a la Humanidad ¿Qué sucede cuando una persona decide avanzar en sus aprendizajes, integrando muchas más lecciones/polaridades que la sociedad que le rodea? Hay tres opciones. Una, que se aísle y siga progresando espiritualmente, contribuyendo al colectivo con su aportación a la consciencia colectiva. Dos, se enfoca en su nuevo estado y se rodea de personas que evolucionan también, contribuyendo así a generar un tejido o red de individuos que de esta manera se “apoyan” en su crecimiento, contagiando colectivamente a la sociedad en la que participan. Tres, decide entrar en contacto con personas que aún no han empezado a evolucionar para ayudarles, lo que le lleva a enfrentar aspectos cada vez más colectivos de las temáticas de sus aprendizajes…, un proceso que implica dolor y posiblemente sufrimiento…., y puede llevar a la enfermedad o incluso a la muerte. Jesús de Nazaret vivió los tres casos. El primero en sus retiros, el segundo con sus apóstoles y el tercero con las masas que le seguían. Analizaré este último caso para ilustrar de qué manera el aprendizaje personal afecta al colectivo, y cuál es el resultado de este proceso sobre el individuo. Intentaré explicarlo de la forma más simple posible. Jesús fue un ser humano que evolucionó rápidamente. Cuando resuelves un “problema” a nivel personal, después te haces “sensible” o sintonizas con ese problema a nivel grupal, familiar, luego social…, y así sucesivamente, abarcando una conexión cada vez más amplia hasta lo transpersonal y lo universal. Esta “sensibilidad” puede hacer en un principio que te recluyas o apartes de la sociedad, o que te rodees de pocas personas. Las relaciones son aceleradores evolutivos. El otro no es más que un mensajero de tu Ser para recordarte quién eres. Si decides seguir relacionándote con los demás porque tu impulso por ayudar puede más, tendrás que enfrentarte a aspectos tuyos cada vez más profundos y globales, y aprender lecciones cada vez más estructurales de la Humanidad. Tropezarte aparentemente otra vez con la misma prueba puede ser “demoledor” para un Ego no lo suficientemente desarrollado. Este proceso suele además ser físicamente doloroso, conforme contactas y ahuecas memorias cada vez más imbricadas en el tejido colectivo. En este punto, unos cesan y se retiran, y otros se escudan tras una fachada mesiánica. Jesús pasó 40 días en el desierto donde soportó duras y dolorosas pruebas, pero son muchos los casos de líderes religiosos que terminan desde su Ego abusando de sus seguidores, postulándose como salvadores. La energía de Virgo nos enseña que el desarrollo personal no puede ir separado del colectivo. Esto es algo así como si la Humanidad fuera un gran mantel. Si estiramos de un punto de este mantel para hacer mover la pieza entera, no sólo será un gran lastre para ese punto, sino que corremos el riesgo de rasgar la tela. De la misma manera, una única persona no puede cargar con el peso de la Humanidad sin terminar separándose de ella (por la diferencia vibracional) o claudicando, por eso es mejor unirse a personas que también quieren evolucionar y ayudar a los demás, para juntos tirar del mantel. Además, si uno se carga demasiado y no aguanta el dolor que proviene de abrir y soltar memorias densas, y cae en la tentación de ofrecer resistencia, se termina en sufrimiento. El sufrimiento no es evolutivo porque baja la vibración, y con la vibración baja no se puede ayudar a nadie. Es por esto que los grandes maestros viven aislados y en permanente retiro. Desde mi punto de vista, Jesús empatizó con la gente, conectó con los problemas colectivos, “abrió las memorias” en su cuerpo, aguantó el dolor, y antes de caer en la resistencia del sufrimiento, aceptó la muerte como destino. Una muerte lúcida en la que uno deja el cuerpo de forma consciente (ascensión). Hay otra opción, que no implica la aniquilación. Y ésta también la practicó Jesús antes de morir y durante su vida. Cuanto más amplio el colectivo que abarca el trabajo que realices con las memorias celulares, más sintético ha de ser el resultado del aprendizaje para poder cerrar el “paquete de información”, ya que así será más aprovechable para más gente. Por ejemplo, si estás trabajando la polaridad agresivo-pasivo, es más aprovechable para el colectivo la conclusión de que “has de permanecer en tu centro”, que la de “aprender a poner límites y decir lo que piensas”. Por eso los grandes maestros se expresan de manera lacónica, y así es como surgen las grandes frases que resuenan en la Humanidad, incluso siglos después, como cuando Jesús invitó a “amar al prójimo”, o la Regla de Oro que reza, “trata a los demás como te gustaría ser tratado”. Frases que ya forman claramente parte de la consciencia colectiva. El camino hoy Afortunadamente, hoy nadie necesita inmolarse por la Humanidad, ni tampoco tendría mucho sentido. Hay suficientes personas trabajando sobre sí mismas, contribuyendo con su vibración al resto de la sociedad. La energía de Virgo nos enseña la importancia de cuidarnos mental, física y espiritualmente, de primero prestar atención al propio desarrollo y luego servir a los demás con las habilidades aprendidas, y de llevar una alimentación correcta y tener una disciplina y rutina diarias que nos ayuden a estar centrados. Si nos salimos de nuestro centro, si no nos cuidamos, si creemos que podemos ser mejores que los demás sin revertir honestamente lo aprendido sobre la sociedad, si esperamos un reconocimiento, si nos tomamos las cosas a modo personal en vez de comprender que sólo somos una pequeña parte de un fantástico engranaje universal con un orden que nuestra pequeña mente jamás podría alcanzar…, entonces caemos en la parte oscura de Virgo: aparece el miedo al caos, el intento de control, la frustración antes lo límites que nos puede llevar a conductas antisociales, la crítica, el exceso de detalle, la obsesión mental y por la limpieza, las compulsiones, las preocupaciones, la hipocondría y los problemas de salud. Si en tu desarrollo personal o en tu vida te encuentras con cualquier de estos “síntomas”, no temas, son sólo señales de que has de implicarte en tu proceso de manera más detallada, más pulcra. Para, respira, medita, conecta con tu cuerpo, siente, identifica, analiza y procesa tus miedos. Cuídate: no te alimentes de basura, ya sea por la boca, los ojos, los oídos o la piel. Retírate, busca tu silencio. No pienses, siente y haz. Siente el orden que hay en la vida y el Universo. Tú eres una parte. Virgo es el orden fractal del Universo. No hay voluntad y sí que tomamos decisiones, no hay destino pero elegir es una ilusión, todo es relativo en una realidad que es contenida y se contiene a sí misma. Ésta es la energía de Virgo y empezamos a comprenderla ahora… Guiomar Ramírez-Montesinos Krogulska Psicóloga y astróloga
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