La Luna acaba de entrar en el signo de Capricornio, y con ella se inicia la batalla medieval que se desarrollará a lo largo de los dos días en los que la Reina del cielo nocturno atraviesa el signo cuya energía nos habla de nuestros límites y creencias, pero también de la consciencia. En estos momentos están alineados en Capri, de un lado la Reina Luna, escudada por Saturno y Mercurio, y con la dama oscura Lilith, subida a un dragón negro, encabezando su línea de ataque. La Reina Luna salvaguarda la Verdad, la intuición y el pensamiento puro (Mercurio y Saturno en aspecto con Urano en Aries). Ella sabe que tiene razón, y harta de tanta opresión, por no haber sido permitida expresarse (Saturno-Mercurio) durante tantos milenios, defiende ahora su posición, su Verdad y su forma diferente de ver el Mundo La Reina Luna defiende, junto a Lilith, la intuición, la percepción sensible, y la conexión con lo sutil. Está determinada a Ser libre cuando llegue a Acuario, y en su camino le planta cara el Rey Sol. Pero Lilith hace mucho que está esperando este momento…
Ella fue la primera mujer de Adán, pero éste no estaba satisfecho con una mujer a su lado que tenía sus propias opiniones y quería también tomar decisiones. Esto iba en contra del equilibrio terrenal, y Adán se quejó ante Dios, quien rápidamente desmaterializó a Lilith y la condenó a una existencia energética. La dama de la Luna Negra juró entonces luchar en contra del Ego de los hombres, influyendo en sus sueños y en sus miedos. Desde la inconsciencia, Lilith es un personaje oscuro y tenebroso que provoca desastres individuales, con repercusión colectiva, para así equilibrar la balanza de la insensibilidad del Ego. Y es el sufrimiento, ya sea propio o por empatizar con lo ajeno, nos ayuda a recordar que hemos estado 5 mil años sesgados y polarizados en el dominio de la mente, separados de nuestro cuerpo, y que no podemos ya dejar de lado nuestro mundo emocional. Lilith provoca tragedias que resuenan con nuestros miedos más profundos, obligándonos así a enfrentar nuestras sombras más oscuras. Con nuestra dama atravesando el signo de la autoridad, el límite, las “leyes de los hombres”, y ahora con la Reina Luna a su lado, escudada con la razón (Mercurio), la Verdad (Urano) y la justicia terrenal (Saturno, el señor del karma), ha llegado el momento de la batalla final… En frente, el Rey Sol, orgulloso, altivo, prepotente, con Plutón, el poder, el señor de los infiernos, dispuesto a ganar. Se sabe más fuerte y cree tener el control de la situación. Además, tiene la mejor baza. Es el favorito de los dioses (eso cree), y ha secuestrado a la bella princesa (Venus está a su lado). La tiene sometida y encarcelada. Es así como siempre ha tratado a las mujeres. Y ahora se pavonea y la muestra como su esclava. Toda una provocación para la Reina Luna y Lilith. Estos contrincantes tienen sus aliados. Por un lado, Júpiter y Marte en Escorpio, es el mago que tiene el poder y que apoya al Rey, y que tiene engañado al guerrero, entreteniéndole en valientes tareas para conseguir el favor de su amada princesa. Marte, orgulloso, lleva unos meses afrontando los oscuros retos del mago. Está únicamente enfocado en sus problemas, y queda ajeno a la batalla que se está postulando. Quizá sea momento para levantar la mirada e intentar rescatar a la princesa directamente, y no tanto merecérsela enfrentando difíciles pruebas. Por otro lado, el rey de los Elfos, Neptuno, observa desde su hogar en las nubes piscianas. No interviene. No le hace falta. Ya conoce el resultado: al final, el poder del amor siempre llevará a que el resultado de la contienda será el de la evolución y la consciencia. Además, Quirón, el sanador herido, en Piscis, el signo de la espiritualidad, conectado con ambos contrincantes, nos informa que esta batalla proviene de una herida muy profunda que ambos tienen. La herida del olvido de la conexión con la fuente. La herida de la desconexión de los dones más preciados. La Reina Luna y su percepción sensible, y el Rey Sol, defiendo en el fondo su inocencia (Venus), su lado más puro. Y es que el Ego de los hombres, a los que Lilith ha jurado derrotar, es tan grande como el ansia de volver a conectar con lo más puro de uno, con el niño interior. Detrás del rey más cruel, del asesino más temeroso, del adversario más feroz, hay siempre un niño pequeño a quien le arrebataron sus sueños. Un niño pequeño que perdió su pureza ante la agresión de adultos que le precedieron, y que perdió toda fa en la Vida. Fe que persigue mediante luchas titánicas, absurdas, amparadas en un supuesto sentido de honor, que esconden el ansia de alcanzar una plenitud destruyendo y devorando al enemigo. Sin ser consciente de que con cada bocado que le pega a su oponente, está sacrificando aún más su mayor tesoro, la conexión con la inocencia y la alegría. Y cuanto más grande es el poder del Ego de los hombres, más duro es darse cuenta de la crueldad y el sufrimiento ejercido sobre inocentes. Inocentes que reflejan la propia vulnerabilidad, y su destrucción, el deseo de insensibilidad para no volver a sufrir. Pero ha llegado el momento del juicio ante los dioses. Ha llegado el momento de ver y comprender a qué extremos ha llegado el hombre para no sentir. Cuánto ha destruido para aplastar los miedos. El momento en el que un temible guerrero se hace consciente de la atrocidad de sus actos, el dolor es tan profundo y desgarrador, que la única salida es aceptar el castigo del propio sufrimiento, y jurar llevar una losa de culpa hasta la eternidad. Pero hay una fuerza más poderosa que la de cualquier guerrero cruel y sus atrocidades, y es la del amor y la compasión de una mujer que, habiendo empatizado con las luces y las sombras del guerrero, es capaz de comprender al niño herido que se esconde dentro. Una mirada de amor, que retorna la pureza al corazón incluso de aquel habitado por las sombras más grandes. Y ésta es la batalla que se librará entre el 14 y el 17 de enero, día en el que la Reina Luna entra en Acuario y conecta con la libertad de Ser, más allá del odio y el poder, más allá de la polaridad. Y el Nodo Norte en Leo nos recuerda que el camino es el de la alegría, no el sufrimiento, y que al final es el amor la fuerza más poderosa y victoriosa. En la luna nueva del día 16, el Rey y la Reina, la Luna y el Sol, lo femenino y lo masculino, las emociones y la mente, el Ego y el Ser, se encuentran. Conectan. Jaque Mate. Guiomar Ramírez-Montesinos psicóloga, astróloga y terapeuta psíquico
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