Al igual que la basura que generamos en casa, sino hacemos una buena selección y la enviamos a plantas procesadoras que reciclan todo lo aprovechable, nuestra basura emocional, si nos limitamos a enterrarla en las afueras -como se hacía hasta hace poco- termina contaminando nuestro suelo -nuestras bases psicológicas- y nuestros ríos -nuestras emociones-. Los residuos emocionales y energéticos de lo no dicho, de aquello que sucedió en la familia que nunca se ha contado porque es tabú, de las enfermedades y los hechos inconfesables, de los horrores vividos en las guerras -y más cuando ha sido una guerra civil-, de las traiciones entre hermanos, de las herencias mal repartidas, del consumo de alcohol y drogas, de las violaciones y abusos de poder,... no desaparecen sin más, sino que contaminan nuestras emociones y perjudican al orden y equilibrio de nuestra familia. Todo aquello que la sociedad y su moral no permiten, no nos lo permitimos a nosotros mismos. Aunque sean hechos muy comunes y frecuentes, no nos atrevemos a contarlo, "de aquello no se habla", y en muchas ocasiones, ni siquiera nos lo admitimos. Se corre un tupido velo sobre nuestros aspectos más oscuros para no sufrir el abandono, el rechazo o la destrucción por parte de una sociedad a la que hemos de adaptarnos desempeñando los roles que nos exige... Esta basura que no se procesa, se transmite de generación en generación en una familia hasta que alguien tiene el tiempo y la oportunidad de mirarla, sacarla a la luz y procesarla. Los fantasmas emocionales del pasado existen en cada uno de nosotros, en nuestros cuerpos, y se alojan en nuestras contracciones musculares, en nuestros dolores y en nuestras enfermedades. ¿Por qué sucede esto? Cuando dos ideas o creencias que albergamos entran en conflicto entre sí, por ejemplo, "soy un buen cristiano" (la religión católica ha pesado mucho para crear estas disonancias cognitivas) y " he sufrido un abuso" (cuando se cree que si te pasa algo malo, es por castigo divino), no soportamos el malestar que nos crea y -a no ser que seamos muy conscientes y consecuentes, y no nos sentimos culpables sino responsable de lo que hacemos- terminamos descartando una parte de nuestra realidad y una parte de nuestras emociones, para poder encajar el suceso. Esa emoción + información apartada genera un residuo energético denso que expulsamos y crea a su vez, como reflejo y con el tiempo, una manifestación densa en el cuerpo, que puede ser en la forma de una enfermedad, dolor, etc. Digo "con el tiempo" porque tendemos a reproducir situaciones en nuestras vidas con la misma secuencia emocional con la esperanza inconsciente de por fin cerrar el círculo. Sin embargo, al no dar una respuesta adecuada, añadimos energía a esa densidad, perpetuando el problema (emoción no resuelta + información = energía densificada = residuo del Ego) hasta que por fin se resuelve, sea en la vida de la persona que sufrió el conflicto (algo difícil en una sociedad que lucha por su supervivencia) o una o varias generaciones más abajo. Enfrentar esa energía densa residual es ineludible, ya que no hay dinero ni riquezas en el mundo que pueden deshacerlo. Es más, "comprar felicidad" es hedonista, y el hedonismo lleva a la larga a la introspección (por la infelicidad que deviene). Aumentar tu vibración sin más, bien sea porque adoptas buenos hábitos de vida, porque te concentras en el positivismo, o porque te rodeas de lujos y opulencia, tampoco es suficiente, porque los residuos energéticos mencionados conforman el Techo del Ego, y llega un momento en el que te chocas contra él y caes hacia abajo, allá donde están enterradas esas emociones no resueltas + información. Por eso, la única manera de no contaminar tu tierra y tus ríos con tu basura, sino reciclarla y aprovecharla, es arremangarte y sumergirte en tus residuos emocionales, vivirlos por un instante, expresarlos y comprenderlos. Tranquilos, no hay "putada cósmica", sino conocimiento y talentos por descubrir (ya hablaremos de todo esto en otro post). Es difícil conocer historias que no te han sucedido, pero si observas tu vida, tu lenguaje, tus creencias y tus actitudes, así como tus miedos y emociones, puedes descubrir de forma sutil, en los patrones que manifiestas, a través de las expresiones habituales que utilizas o tus gestos, pistas que te pueden ayudar a desenterrar aquellas historias. Hoy precisamente es un buen momento para conectar y liberarnos de estos patrones viejos del pasado, personal, familiar, social, kármico, etc. Aprovecha la Luna Nueva en Cáncer, en conjunción al Sol para que la luz ilumine tu mundo emocional. Y la conjunción Marte-Mercurio en Cáncer, en oposición a Plutón en Capricornio, para ponerle palabras a lo oculto y deshacer la basura y esos patrones emocionales mediante la intención. Conoce, comprende, agradece, suelta y libérate. Tienes una vida creativa por delante que disfrutar. Guiomar Ramírez-Montesinos psicóloga y astróloga
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