El otro día me encantó leer el artículo de Bo Heimann (traducido por Berna Wang) sobre el libro “Spiritual bypassing” de Robert Masters, en el que el autor advierte que el camino del desarrollo espiritual es largo y está lleno de escollos y sufrimiento, y que de ninguna manera se puede saltar al escalón más alto. El riesgo está en rechazar una buena parte de la realidad, de tú realidad, centrándote sólo en los pensamientos positivos, ejerciendo una bondad artificial, que esconde un alejamiento de las propias emociones y de las de los demás, miedo al enfado, falso desapego (en realidad, falta de implicación) y dificultad para poner límites. Desde los años ’70 se ha ido poniendo de moda todo lo llamado “espiritual” y englobado dentro de las corrientes de la Nueva Era. Pero esta corriente poco tiene que ver –mal que les pese a muchos y pido disculpas si ofendo, pero es así cómo lo veo- con un salto de conciencia planetaria, y mucho con la experimentación de una la polaridad contraria a las guerras del pasado siglo. La exaltación popular de la Era de Acuario surge como reacción a la guerra de Vietnam, la primera en la que los soldados y ciudadanos se cuestionan de verdad los enfrentamientos bélicos. Es la misma reacción que la moda, que nace en EEUU, de las cocinas lustrosas y casas ideales, que surge como respuesta a la Segunda Guerra Mundial y las usurpaciones de fronteras para englobar los países de la URSS. O en España, cada boom de la construcción (en los ’60, en los ’90) es una polarización del caos por falta de estructura de acontecimientos sucedidos casi dos décadas antes…, pero no es la solución, ni una superación. Estoy ahora leyendo el libro “Inteligencia planetaria” del astrólogo argentino Eugenio Carutti, y en él habla del surgir de una nueva inteligencia o conciencia planetaria como un proceso evolutivo global que implica abrirse a la inteligencia vincular. Ésta tiene que ver con reconocer que las polaridades son una misma cosa, al igual que el proceso de exteriorización y objetivización de la realidad, que tiene su máximo exponente en el pensamiento científico, y la máxima interiorización, en la forma de chamanismo y otras prácticas que profundizan en la psique, no son más que dos extremos de un mismo continuo. Realizar un salto de conciencia supone aumentar la sensibilidad y abrirse a la inteligencia vincular, mediante la cual comprendemos, no como concepto mental, sino como experiencia, que todo es reflejo de todo, vemos los patrones y comprendemos la naturaleza simbólica no desde la inteligencia que conceptualiza y cosifica la realidad, dividiéndola, sino desde otro lugar.
Por lo tanto, abrirse a ese otro lugar implica una desestructuración que raya la psicosis, algo muy duro si uno no ha sido capaz de integrar la luz y la sombra, lo exterior y lo interior, lo bueno y lo malo. Realizar el salto a una conciencia vincular pasa por perder el control de los pensamientos y la desestructuración de todas las creencias que te permiten ver a este mundo como uno en el que hay cosas y personas, y en dónde tienes que hacer y poseer, y te tienen que dar para que puedas sobrevivir. Todo ello sin volverte asceta y negar todo tipo de necesidades ni vínculos. Implica soltar la voluntad y reconocer que la individualidad es sólo la consecuencia necesaria de un estado evolutivo concreto. Todo esto no se logra porque lo deseas, porque te empeñas en conseguirlo, porque estudias lo suficiente, porque practicas todos los días, porque sigues disciplinas, porque te esfuerzas en pensar positivo, porque intentas vibrar desde el amor…. Ya que ello no depende de la voluntad ni del deseo, sino todo lo contrario. Así pues, por todo esto yo prefiero hablar de “desarrollo personal”, que no de búsqueda espiritual o camino, prefiero referirme a un continuo aprendizaje de uno mismo y de la vida, que no a la consecución de paz y amor, a vivencias y experiencias, que no a la iluminación…. Te aseguro que el camino nunca puede ser de rosas, jamás es algo fácil y fluido; sobre todo al principio. Tan necesario es comprender el mundo exterior, en toda su bondad y en toda su crudeza, como el mundo interior, con sus sombras y sus talentos. No niegues tus emociones, permítete sentir que pierdes el control… También es fundamental entender que la concentración está para sostener y así crear nuevas realidades, pero si la aplicamos al conocimiento o al autoconocimiento, lo que logramos es estancarnos. La concentración sobre algo que ya es, cristaliza en exceso hasta petrificar. Creas tu propio techo, el Techo del Ego (esto es uno de los temas de mis cursos y mi libro, del que ya he hablado en otros posts). Lograr un salto de conciencia no está a expensas de tu voluntad. Es más, implica también darte cuenta de que poseer voluntad e identidad es una ilusión que pertenece a una percepción separada de las cosas. Así que no intentes llegar a ningún sitio. No hay paz, ni amor, ni premio, ni recompensa divina en la negación de una parte de la realidad. Solo permítete abrir tu mente, ten curiosidad por la vida, por las cosas, por las personas y por ti mismo. Intenta comprender, sentir y experimentar tus procesos. No niegues tus emociones, atiéndelas, y permite que te muestren la red vincular en la que estás inmerso. Entrégate a los procesos que la vida te propone sin pretender dirigirlos, con la mente abierta y dispuesto a ver todo lo que sea necesario, y después a no creerte nada. Contempla con los ojos y el corazón abierto, y actúa según el baremo de tu cuerpo, pero sin dejarte llevar por sus reacciones. No intentes quitarte emociones negativas de encima, sino sostenlas, permítelas, obsérvalas, aprende... La gran dificultad que tiene la humanidad para evolucionar, crecer, desarrollarse, es desear la inmediatez, es querer quitarse de encima todo lo que no es una recompensa, todo lo que no sienta bien. Hasta que no aprendas a sostener el miedo, el malestar, el odio, la rabia,…, y observarlos sin actuar, sin siquiera clasificar o intentar comprender de entrada…, no podrás abrir tu sensibilidad a otro nivel de inteligencia planetaria, a la inteligencia vincular. No hay luz, ni hay camino, sólo comprensión y entrega de tu voluntad. No tengas prisa por llegar. No depende de tu deseo. ¡FELIZ 2016! Guiomar Ramírez-Montesinos Psicóloga, astróloga y terapeuta psíquica
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