Hoy quiero compartir con vosotros una experiencia que he tenido hace unos días. Estoy de retiro-vacaciones en Ordesa, precisamente para empezar a escribir mi libro “Vivir desde el Ser”. Las montañas para mí son especiales, siento que de alguna manera me hablan. Me siento muy conectada a ellas. Ya el año pasado, en mi viaje a Perú, comprendí el por qué…, pero bueno, esa es otra historia. No más llegar empecé a sentirme mal, triste, como abandonada o sin apoyo. Y sin embargo, no podían ser más acogedores los de la casa rural, y tampoco es la primera vez que viajo sola. Me acomodé en la habitación con mi ordenador y mi libro, y me fui a dormir. Esa noche, entre las 3 y las 4 de la mañana, me despierto con contracturas y dolores por toda la espalda, caderas y costado derecho, con una sensación punzante entre las costillas, justo debajo del pecho. Cierto es que del viaje había llegado con una molestia por encima y detrás de la cadera derecha. Una ligera mala postura pensé. Aunque haciendo memoria unos días más tarde, me di cuenta que llevaba meses contracturada de la espalda (aunque siempre voy a que me hagan masajes) y con molestias en el hombro derecho llevo desde hace 3 años. Esa noche es como si todas se reavivaran, sumando además el dolor de costillas, bastante molesto y que dificultaba un poco respirar. Pero al día siguiente decidí hacer una ruta en bici (terapia de libertad, como dice un amigo), y a pesar de las molestias, me sentí mejor. Sin embargo, a la noche, a la misma hora, me volvía a despertar con dolores. La cuarta noche fue la peor. A las 4 de la mañana me desperté con frío unos dolores aún más intensos. Tanto, que la sensación que tenía era como de estar siendo enterrada bajo un montón de piedras grandes. No entré en pánico, ni me asusté, porque si no el dolor hubiera sido peor. Estiré, tomé un analgésico y me puse a hacer ejercicios energéticos para movilizar la energía y permitir que saliese. El dolor no es más que energía retenida por memorias en las células en la forma de creencias limitantes subconscientes, porque al haberlas interiorizado a través de tu familia, nunca te las has cuestionado. No logré ver la secuencia de creencias limitantes, que por el frío que sentí sé que tienen que ver con mis ancestros, con mi árbol transgeneracional, pero conseguí cierto alivio y finalmente conciliar el sueño... Al día siguiente me costaba caminar. Un paseo de 1km por el pueblo, me sentía drenada de energía y me era dificultoso respirar. Sentía ahogo, desamparo, tristeza. Aunque no me hubiese sucedido nada en mi vida. Todo estaba bien. Pero esas memorias pujaban por salir. Busqué ayuda profesional, la fisioterapeuta del valle no me podía dar cita hasta la semana siguiente. Pregunté en una farmacia, pero la respuesta fría del que me atendió, “en verano todo el mundo quiere servicios, pero no es posible”, me terminó de derrumbar. Corrí a la habitación del hotel y lloré desconsoladamente por el desamparo y el dolor. (Soy una persona que al dentista le pide que no me ponga anestesia, así que creerme cuando os digo que me dolía). Pero no me rendí. No me iba a abandonar a mí misma por hacerme la víctima. Quería una solución con todas mis fuerzas. Hice varias llamadas, empeñada en que alguien me iba a ayudar. Busqué hasta en 75km a la redonda, cuando por fin encontré a una fisioterapeuta que podía verme esa misma tarde. Me alivió la contractura de las costillas, aunque la espalda seguía tiesa. Ya mejor, seguí con los analgésicos y estiramientos, sumando homeopatía y consultas a amigos biodescodificadores. La biodescodificación es una disciplina que entiende que toda enfermedad tiene en su origen un conflicto emocional personal y transgeneracional. Mis dolores lo único que pedían es que hiciese consciente la secuencia entera de aquellas creencias que me estaban limitando. Para continuar con mi libro, que por algo se llama “Vivir desde el Ser”, debo ser libre… Nunca mejor dicho… El jueves me fui a montar a caballo 3 horas –me la jugué, podía quedarme baldada o podía recuperarme-. Tuve “suerte”, me terminó de desbloquar la pelvis. Terapia de libertad, como dice mi amigo biodescodificador. La historia del dolor (entre paréntesis indico significado según la bio o la numerología) Creo recordar que desde pequeña me duele la espalda. A veces más, a veces menos. Recuerdo que desde me caí de un tobogán de espaldas sobre el suelo y me quedé sin aliento, siempre he tenido temporadas de dolor. Tendría 7 u 8 años y el problema principal lo tengo entre D8 (comunicación con el clan, familia) y D9 (dirección + equivocación) , aunque en general la espalda, y en concreto la musculatura que recorre lateralmente las vértebras están muy contracturadas (impotencia + falta de libertad de movimiento). Según la biodescodificación, soy doble de mi madre y de mi abuela. Son polacas. Mi abuela vivió la Revolución Rusa (asalto de los bolcheviques de su escuela, con violaciones y demás), I y II Guerra Mundial. Mi madre vivió la II, y con 9 años un bombardeo de la ciudad. Iba sola a por pan (padre) y sintió miedo de que la casa iba a quedar destruida (estructura)... La casa sobrevivió y ella también, pero poco después entraron los soldados rusos a las 3 de la mañana (3 = comunicación), libertad) y se llevaron a su padre... lo fusilarían en Katin... Al mes o así, entraron los soldados otra vez a la misma hora, y se llevaron a toda la familia: mi madre, su hermana mayor y hermano pequeño, su tío y su tía. Lo perdieron todo excepto por la colección de relojes que el hábil tío cogió (con eso sobrevivirían dos años en Siberia). El tiempo que estuvieron en Siberia y luego en Palestina, hasta que ya los ingleses les llevaron a Inglaterra (a los 15 años de mi madre), ella cuenta que no había presencia de hombres. El tío era muy joven, 17 años, por lo que no era como un hombre. Falta de apoyo de una figura paterna, falta de estructura. Antes de llegar a Palestina, en Irán, su madre le metió a mi madre y a su hermano en un orfanato porque no podía con los tres. Excesiva carga. Mi madre sufrió dolor osteoarticular fuerte (estructura), aún hoy lo recuerda, y su hermano terminó muriendo de malnutrición (ella dice que nunca sintió nada!! Por lo que el conflicto nunca fue expresado). Mi abuela que era médium y seguramente vería a todos una vez muertos, estaba aterrorizada para su don. Además, sospecho que fue violada de pequeña quizá por algún familiar (no te puedes fiar de los hombres, no protegen, pero te quedas sin la estructura y apoyo) y también en el ataque bolchevique de su escuela. Sufría de estrés postraumático, vivió hasta los 94, perdió un riñón (falta de referentes, terror, máxima vulnerabilidad) y tuvo demencia (prefiero no recordar que sufrir) la última década de su vida. Era tan reservada, que era como una tumba (el guardián de los secretos), según cuenta mi madre. A pesar de su dolor, de su sufrimiento, de haberlo perdido todo, su vida fue longeva y asumió todas las cargas, ayudando además a otras personas (en Siberia aprovechó su buen dominio del ruso para apoyar a los demás). ¿Pero quién le apoyó a ella? Su rectitud y sentido del deber fue casi el único apoyo que tuvo. Y calló su miedo, su desesperación, su soledad, su angustia… Mi madre también ha sido y es una mujer fuerte, quien ha llevado el peso de la familia. Mi padre era un hombre bueno pero de carácter más suave, más como un adolescente (era Géminis), quizá como aquel tío ingenioso pero demasiado joven como para proteger y proveer de una estructura que permita a los demás miembros de la familia ser libres. Mi madre es fuerte e independiente, pero no libre, aunque ella así lo sienta ahora porque ha sido capaz desde la nada de forjarse una vida cómoda en la que disfruta leyendo y creando manualidades, dejando que su imaginación vuele. Pero es una vida en aislamiento, resguardada en su casa, sin gente y para mí eso no es libertad. Así que en general vemos que los temas tienen que ver con que no hay hombres que te apoyen, que te sostengan y den la estructura necesaria para que puedas explorar el mundo en libertad. Y si los hay que den estructura, puede ser muy peligroso, porque encorsetan, oprimen, traspasan tus límites, y no sirven como apoyo. Además, el día de más dolor me despierto a las 4 de la mañana. Cuatro es el número de la estructura, el control y el territorio. Otros días me despierto a las 3, la hora en la que los soldados rusos entraron en casa de mi madre. Como resultado, las mujeres de mi familia buscan hombres débiles, ingeniosos o que se mueren pronto, y cogen la carga de ser madre y padre a la vez, por lo que no se permiten relajarse y apoyarse en otros para expandirse explorarse a sí mismo. También hay un tema de desvalorización (mi abuela violada y mi madre se siente indignada por cómo fueron tratados por los rusos y los alemanes, invasores del territorio polaco), que delata el dolor de huesos. La desvalorización lleva a poner más énfasis en el hacer y resta del sentir con el fin de sentirse aceptado. No te puedes relajar ni bajar la guardia. Tengo un centro de terapias, y además de mi trabajo profesional como psicóloga, siento de alguna manera que soy el pilar de muchas personas, y siento fuerte en mí el peso de la rectitud y la responsabilidad. Nací un día 20 (desvalorización-empatía) de enero (líder-solitario). Ya he trabajado infinidad de aspectos relacionados con mi vida y la de mis ancestros, pero siempre quedan más. Este invierno he sentido especialmente esta carga del clan, y he liberado mucho. Me he permitido centrarme en mí y soltar mis responsabilidades para venir a escribir a la montaña. La montaña ha querido brindarme este regalo en forma de dolor primero y liberación después. Al día siguiente de montar a caballo, escribiendo lo que sentía, siguiendo las indicaciones de mis amigos biodescodificadores, entendí cuál era el programa. Enseguida me saltaron las lágrimas y sentí un peso irse… Esa noche y todo el día siguiente llovió sin parar… Soy libre para Ser Yo y expresarme, y el Universo es mi estructura y mi apoyo. Guiomar Ramírez-Montesinos Krogulska
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