La conjunción Saturno-Plutón-Nodo Sur está siendo fascinante de observar y sentir cómo, cada vez que planetas la aspectan, pasan a ser revisados por estos dos jueces que, a pesar de que siempre han dado miedo, nos están ayudando a dar saltos de consciencia colectivos a pasos agigantados. El domingo 24/3/19 les tocó el turno a Marte en Tauro y Luna en Escorpio, quienes a su vez estaban haciendo cuadratura a Lilith conjunción Venus en Acuario, sacando a la luz temas relacionados con la energía femenina herida, y con Neptuno-Mercurio en Piscis queriendo expresar que esa herida pertenece al colectivo. Y, por otro lado, Sol-Quirón en Aries, hablando del arquetipo paterno y el masculino heridos. Las energías no son cosas que aparecen y desaparecen, como si se hubiese soplado una vela en cuanto desaparece el aspecto concreto, sino que se dejan sentir antes y después de que se formen los aspectos, y se muestran como temáticas que se prolongan en el tiempo, como las ondas en el agua provocadas por una piedra al caer en ella. Desde la semana pasada pude sentir y también observar en las personas que me rodean, así como en la consulta, esta constelación de heridas en lo femenino y lo masculino, y más concretamente, la herida de abandono y de la pérdida de hijo, sumada a la ausencia del sostén paternal. El dolor de la pérdida y del abandono A lo largo de la historia, millones de mujeres han sufrido la pérdida de hijos, ya sea durante la gestación, de bebés o más mayores. Y lo han sufrido en silencio y sin el apoyo del padre o de alguien quien les contenga, bien sea por vergüenza, por falta de comunicación, por ausencia del padre que andaba cazando o lidiando sus batallas, por incomprensión, por violencia, o porque la energía del padre no era compatible con el proceso íntimo de repliegue de la mujer… Este dolor no resuelto y no procesado se ha convertido, merced a la repetición por tantos millones de mujeres, en una forma de pensamiento, una nube del subconsciente colectivo o campo morfogenético. Se puede decir que es como una entidad del cuerpo-dolor, convocada cada vez que cualquier mujer conecta con una vivencia asociada. Esta vivencia no necesariamente ha de ser trágica para tener la experiencia sensible que nos conecta con esa nube de emoción colectiva, no sólo se experimenta cuando se pierde a un hijo. De hecho, cada vez que una mujer tiene dolores de regla intensos, o que sufre las contracciones de un aborto natural, o que despide a su retoño en la puerta de la guardería, o su hijo adolescente no le hace caso, o que los hijos se hacen mayores y se van a estudiar o se van de casa…, o incluso cada vez que da a luz..., conecta con esa nube de dolor colectivo millones de veces vivenciadas, pero jamás resuelta, porque se asume que el dolor emocional es condición de la mujer. Sin embargo, esto no es así. Ser mujer no tiene por qué ser sinónimo de dolor y abandono. Esto es sólo una creencia, que además ahora toca ser revisada. Las experiencias, es decir, las emociones que hemos sentido estos días nos llevan a ponernos, como mujeres, en conexión con la pérdida y el abandono con el fin de liberar estas creencias definitivamente. Tengo una amiga que ha sufrido un aborto espontáneo cuando estaba de pocas semanas, y eligió no someterse a un legrado, ni acelerar el proceso con hormonas, sino vivirlo con toda su crudeza e intensidad. Ella tiene a Quirón en la 1, en cuadratura al Sol y quincuncio a Marte; tiene una conjunción Marte-Saturno-Plutón en Libra, haciendo cuadratura a Plutón-Saturno que ahora están en Capricornio; tiene al Nodo Norte haciendo conjunción a su Nodo Norte, a Plutón conjuntado su Venus y a Quirón-Sol transitando su casa 12. Su experiencia encarna a la perfección las energías que este tránsito ha activado. Durante varios días tuvo contracciones, a veces tan fuertes que parecían de parto, y le obligaban a aislarse en la oscuridad, ahogándose en el dolor, gritando desde sus entrañas, en soledad. Su pareja estaba presente, pero verla sufrir le embargaba, y no llegaba a comprender por qué ella le gritaba. En definitiva, ella sufrió el dolor y el desgarro sin apoyo. Porque sin apoyo es cómo lo han vivido millones de mujeres antes que ella, y así es la Memoria Celular guardada en esa nube del inconsciente colectivo. En realidad, esto es algo biológico: en muchos mamíferos, si la hembra que va a dar a luz no siente que la energía del macho sintoniza con un proceso tan profundo e íntimo, si siente que no le puede brindar protección y tranquilidad, lo aparta. Con cada contracción, su cuerpo-dolor resonaba con las miles de millones de mujeres de este planeta que han sentido cómo desde sus entrañas se desgarraba el fruto de su vientre, con cada retortijón lloraba la pérdida de un hijo, con cada lágrima desprendía una memoria de dolor vivida en soledad. Una soledad determinada biológicamente y que dice: si conecto con el dolor y con emociones intensas y profundas, tengo que resguardarme de cualquier amenaza potencial, para poder conectar profundamente con mi vulnerabilidad y no interrumpir el proceso de dar a luz [a un potencial]; si me abro y la energía del macho es amenazante, me tenso y pongo a la defensiva, con lo cual no vivo el proceso completo de sentir y dar a luz [liberar las memorias de dolor (ver Memorias Celulares)]. En otras palabras, el proceso de dar a luz implica una profunda interiorización y apertura total para que el bebé pueda salir. Paralelamente, el proceso de “darnos a luz”, de hacernos conscientes, implica lo mismo, abrirnos a lo más profundo y doloroso en nosotros, a esas memorias celulares almacenadas en el subconsciente, en las células de nuestro cuerpo. Cualquier amenaza percibida o riesgo potencial implica que nos tensemos y que, entonces, el proceso de liberación (dar a luz) se interrumpe o sea resistido. Un proceso que requiere de mucho coraje y valentía, a la vez que mucha apertura, es decir, de la integración de nuestro lado masculino y nuestro lado femenino. En el patriarcado, caracterizado por la consciencia de separación, abandonamos el mundo de lo natural y orgánico, y separamos en nosotros lo femenino de lo masculino, proyectando la mitad sobre el sexo opuesto. Entonces, en el proceso de “dar a luz”, las mujeres dejaron el coraje fuera, proyectado sobre el hombre, y en concreto el padre (Sol-Quirón en Aries), y surgió el anhelo de conectar de nuevo con este rasgo fundamental y tan necesario para este momento. Pero a la vez, predominaba el instinto de aislarse de cualquier energía o situación de amenaza potencial. El resultado es que la mujer, a pesar de que necesita aislarse, resiente la soledad de no recibir el apoyo del coraje/hombre que necesita para adentrarse en el dolor sin contraerse, con confianza, con apertura. Y es por esto que las mueres paren con dolor, y viven los procesos relacionados con tanta intensidad y desgarro, y a la vez soledad. Es por esto que se ha creado una forma de pensamiento, una nube del subconsciente colectivo a la cual todas las mujeres se conectan en cuanto entran en contacto con el dolor de serlo. Una nube cargada de más y más dolor, a través de los siglos, acumulando Memorias Celulares…, porque faltó el coraje necesario para poder darlas (sacarlas) a (la) luz. Es por esto que los hijos nacen con una parte de nuestra carga de Memorias Celulares, y al venir al mundo gritan en conexión con este dolor colectivo. Es por esto que, en esta Era del patriarcado, nos conectamos con la rabia plutoniana no más nacer, y consecuentemente nos desconectamos del potencial (la luz-Quirón) de nuestra alma…, Y el vacío que nos genera nos lleva a buscar la reconexión. Paralelamente, el hombre también se vio separado de su sensibilidad femenina, rechazado por su exceso de polarización en la energía masculina (no es su culpa, es consecuencia de la separación de consciencia de la dinámica de la Era del patriarcado), y con la antorcha del coraje esperando en la puerta de la oscuridad y profundidad de las emociones, sin permiso para entrar en esa cueva. Una espera que le ha llevado a buscar “el camino” por fuera a través del viaje del héroe… Creo que es hora que, como mujeres asumamos y experimentemos este dolor desgarrador (sin entrar en el sufrimiento/mente con expectativas), integrando nuestro lado masculino, cogiendo la antorcha de nuestro propio valor, para liberar sin miedo las Memorias Celulares de pérdidas y abandono, y de esta manera soltar toda esa energía estancada desde hace siglos que nos ha impedido “darnos a luz”. El hombre está esperando en la puerta con la antorcha. Dejemos de creer que ha de limpiarse primero de su exceso de energía masculina antes de que pueda entrar con el coraje. Tendamos la mano para que ellos nos pasen la antorcha, y con ella mostrémosles el camino hacia adentro… Es así cómo se encuentra el verdadero héroe con su potencial (talentos): dándose a luz a sí mismo, integrando todos los aspectos separados de su alma, para que ésta habite íntegra en el cuerpo y facilite la conexión con el Ser. [continúa: Sanando el cuerpo-dolor de la mujer (II). Relaciones de dependencia] Guiomar Ramírez-Montesinos Psicóloga, astróloga, coach transformacional
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