La culpa es el gran enemigo de la consciencia. Si sientes culpa te alejas de tus miedos y de ti. Para Vivir desde el Ser y poder sostener tu propio poder personal, hemos de aprender a reconocer que la culpa no nos sirve y aprovechar la fuerza creativa del pensamiento para crear interpretaciones positivas que nos abran a un mundo de múltiples posibilidades.
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El Sol acaba de entrar en Virgo, signo que se asocia tradicionalmente con la pureza, la salud, el trabajo y el servicio, pero también con las obsesiones, la crítica y el exceso en el detalle. Pero Virgo es mucho más que eso y nos da las claves de nuestra evolución singular y colectiva. Para contaros cómo funciona esto expondré como ejemplo el caso de Jesús de Nazaret.
El nivel de consciencia de la Humanidad apenas está alcanzando la capacidad para comprender e integrar la energía de Virgo, que en definitiva nos habla de cómo estar presentes. Mercurio, como primer regente de este signo señala hacia la importancia de la relación cuerpo-mente y el papel que la respiración desarrolla a la hora de fijar, procesar y soltar información. Quirón, como regente moderno, explica la función de este signo como conexión entre la mente individual y la colectiva. Nuestra misión en la vida, independientemente de lo que aportemos a los demás, pasa primero por nuestro desarrollo personal: aprender a ser consciente, proactivo y dueño del propio destino para poder crear nuestra realidad. Este camino puede implicar, si el empeño evolutivo es lo suficientemente fuerte, repasar las mismas lecciones una y otra vez, aunque en cada pasada le demos un nuevo giro de tuerca y abarquemos una amplitud que se expande más allá de nuestro Ego personal, primero, luego la familia, la sociedad, la humanidad, conforme nuestra consciencia hace lo propio, entendiendo que formamos parte de un todo al que le hemos de prestar servicio para el bien común.
No hace mucho se descubrió que las neuronas espejo son la base de la empatía emocional. Los científicos por fin han encontrado una explicación racional no sólo a la capacidad para aprender observando –que por cierto no es exclusiva de los humanos-, sino de sentir lo que sienten otros. Se trata de un sistema neuronal que permite hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás.
Este sistema es fundamental para vivir en comunidad, es la base de la cultura y nos permite conocer la intención del comportamiento de los demás. Es lo que nos une a los demás, y por tanto, contribuye a que seamos más humanos. Al igual que la basura que generamos en casa, sino hacemos una buena selección y la enviamos a plantas procesadoras que reciclan todo lo aprovechable, nuestra basura emocional, si nos limitamos a enterrarla en las afueras -como se hacía hasta hace poco- termina contaminando nuestro suelo -nuestras bases psicológicas- y nuestros ríos -nuestras emociones-.
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