¿Que es un adicto? Un adicto es alguien que necesita de algo externo para sentirse bien, que le produce ansiedad si no lo tiene, que le proporciona un bienestar momentáneo, pero que a la larga no mejora su vida, sino la empeora porque no tiene control sobre el consumo, y además cuesta de dejar y romper el ciclo.
Un adicto no es sólo alguien enganchado a las drogas o al alcohol, sino también al sexo o a las compras, al deporte o a la comida, o a las relaciones. De alguna manera, en esta sociedad de consumo, todos somos adictos. De hecho, el consumismo se basa en crear una necesidad para poder satisfacerla desde afuera. Somos pozos sin fondo consumistas, creados y mantenidos por un sistema que nos quiere eternamente insatisfechos para seguir consumiendo, y así alimentando a aquellos que se “nutren” de nosotros, en un círculo vicioso sin fin. Me lleno de productos, cosas, información, relaciones, comida, etc., y doy a cambio mi energía, atención, amor, dinero… Todo este ciclo se mantiene gracias al vacío que nos convierte en vehículos perfectos de estas corrientes colectivas. Un vacío al que tememos, pero que a la vez mantenemos porque no sabemos sostener la plenitud, la Abundancia. Queremos dinero, pero en cuanto tenemos, lo gastamos. Queremos tener amor, pero no sabemos cómo hacer que dure. Queremos tener atención, pero desviamos la mirada en cuanto la obtenemos. En definitiva, queremos ser felices, pero no somos capaces de aguantar el estado de felicidad. Sostener no es controlar los gastos, ni a la pareja, ni es acaparar la atención, sino ser capaz de aguantar en el cuerpo -sin hacer nada y sin que la mente reaccione- la vibración de energías más intensas y elevadas -véase, el amor, la alegría y la paz-. Esto es un intento de retener el caudal energético, es decir, una resistencia a que la energía fluya. Y la resistencia genera bloqueo y enfermedad por la repetición de patrones. Se nos da muy bien manejar energías más densas, y de vibración más baja, que son las que se relacionan con el miedo. Que fácil es estar hablando mal de alguien durante horas, pero que difícil es aceptar sincera y abiertamente un piropo. Sostener, sin embargo, es estar presente en la intensidad de tu alma, de tu Ser. El vacío El Ego se cree que somos cosas, personas, pero somos funciones, puntos de vista para experimentar esta realidad. Una vela se convierte en más que una simple lona cuando permite que el viento fluya a través de ella, ejerciendo la función de ayudar a avanzar al barco. Como función, el vacío es fundamental para que la energía fluya a través de ti. Cómo gestionamos el vacío y cuál es su caudal es lo que nos va a dar la clave para dejar de ser adictos y empezar a fluir con la energía Universal. Cuando estamos plenamente identificados con el Ego, no somos individuos, sino en proceso de llegar a serlo. El Ego es la mente loca que no para de racionalizar y buscar explicaciones, esa que cuesta tanto aquietar. El motivo de esta “locura” es porque nuestro vacío está lleno de energía+información (=emoción) colectiva (del subconsciente colectivo), y cuanto más en la mente estamos, más energía+información colectiva nos habita. Esta energía colectiva está constituida por emociones colectivas de todos los traumas no resueltos de nuestros ancestros / vidas pasadas, y constituye la esencia de las Memorias Celulares de nuestro cuerpo, y por tanto, de todos los patrones emocionales y comportamentales subconscientes heredados. El subconsciente colectivo, y su memoria traumática común, más la consciencia colectiva con sus aprendizajes, forman lo que sería el alma colectiva humana, que a su vez está “dividida” en almas culturales, locales (por ejemplo, del país) y familiares. Esta conexión que tenemos con el alma colectivo es herencia del neolítico, la Era anterior al patriarcado, cuando empezamos a vivir en pequeñas comunidades o poblados. En aquel entonces no existían individuos, sino únicamente grupos, colectivos de pertenencia humanos. Similar a lo que sucede con los animales. Imagina un grupo de ñues, siendo amenazado por un león. El más débil (enfermo, anciano) se puede sacrificar para dar la oportunidad a los jóvenes y pequeños a sobrevivir, en aras de la supervivencia de todo el colectivo, y en última instancia, de la especie. No importa el individuo, sino todo el colectivo. El propósito del patriarcado es la generación del Ego, y la sensación de que somos individuos (aunque aún no lo seamos), paso previo a la verdadera individuación, que es Vivir desde el Ser. El Ego y su consciencia de separación ha permitido que fragmentemos el alma colectiva, lo cual a su vez implica paralelamente la posibilidad de individuación del Ser (o consciencia superior), en un “movimiento” de abajo a arriba. Y ahora toca el movimiento contrario, mediante el cual el individuo con Ego definido se libera del flujo de energía+información colectiva al cual está ligado, integrando todos los aspectos de su alma, desconectándose de la pertenencia colectiva, para así ser canal únicamente del propósito de su Ser superior (en vez del colectivo). Dejando así de pertenecer, y empezando a Ser; resultando en un cuerpo+un alma+una consciencia unidas. O lo que es lo mismo, el individuo es capaz de canalizar la inspiración de su alma de manera consciente. De esta manera nos convertimos en antenas para el flujo de energía+información universal, permitiendo que ésta entre al planeta. La pertenencia entonces pasaría a “ubicarse” en un plano superior, que es el de todo el planeta y los seres que la habitan (Gaia). Seríamos uno con la consciencia planetaria, lo que nos permitiría abrirnos a información más allá de nuestra Tierra y empezar a resonar con otros planos o realidades…, desde el mínimo común denominador (los planos más biológicos, considerando en este caso al planeta entero como célula). Aunque creo que aún queda mucho tiempo antes de que esto suceda. Los Miedos del Ego Volviendo a esta realidad. El subconsciente colectivo que nos une, son esas historias no resueltas de dolor de la Humanidad. Historias que tienen en común a los Miedos del Ego (miedo al abandono, al rechazo y al descontrol). Mientras estamos identificados con el Ego, el vacío interior está rellenado por estos miedos. Al haberse repetido tantas veces, por tantas personas, son muy densos, y a la vez, absorben mucha energía. Pero precisamente por eso, nos resultan familiares y nos dan sentido de pertenencia. Por ejemplo, la creencia “la Vida es dura” puede tener como base el Miedo al Descontrol en su expresión como miedo al fracaso. Tantísimas personas ha sentido este miedo que, se puede decir, es una entidad en sí mismo (egregor) que necesita alimentarse de la energía de las personas. Cuanto más se alimenta, más denso es y más energía necesita. Lo que hace que sea más difícil desconectarse de él porque su tirón, su inercia, es mayor. Mientras estemos conectados al subconsciente colectivo, a las historias emocionales del pasado y los Miedos que el Ego ha creado para resistir y evitar experimentar el trauma plenamente, estaremos habitando nuestra mente, buscando culpables y explicación para todo, separados de nuestro cuerpo, y por tanto, desconectados de nuestro Ser o consciencia superior, ya que el alma estaría fragmentada en todas esas Memorias Celulares emocionales y colectivas, en vez de integrada en el cuerpo. Toda esta dinámica del Ego que busca llenarse de cosas que le hagan sentir bien, es en el fondo un intento de tapar y acallar los Miedos del Ego. Unos miedos que llenan ese vacío interior, atrayendo por tanto siempre más de lo mismo, más miedos, por mucho que intentamos llenarlo desde afuera con cosas o personas (ver Conectando con el Cuerpo). El resultado es la “mente loca” que da vueltas en bucle, alimentando esos patrones, esos miedos colectivos tan antiguos. Con esa demanda (que viene de cuando éramos bebés) de que algo o alguien externo llene el vacío, nos convertimos en adictos a esas emociones, a esos patrones viejos que nos ligan al pasado a través del dolor. Para poder liberarnos de este entrelazamiento, necesitamos adquirir suficiente perspectiva y seguridad en nosotros mismos como para dejar de demandar a la Vida que nos cuide y nos de lo que nos falta (ver Conectando con el Cuerpo). Desde el Ego inmaduro tenemos una sed adictiva por recibir la nutrición y el amor que mamá no nos dio. Y nos quedamos quietos con la mirada fija sobre el único olmo en un huerto de perales, que obviamente no nos dará el fruto que tanto anhelamos. Cuando somos capaces de levantar la mirada y nos damos cuenta de nuestra autonomía para buscar lo que queremos, es cuando podemos empezar a soltar los Miedos del Ego y ese sentido de pertenencia al pasado, para así abrir el caudal del vacío interior y empezar a Vivir desde el Ser. Para ello es fundamental aprender a cuidar cada uno sus propias necesidades básicas, ya que esto permite soltar la dependencia de los Miedos del Ego y a la vez, facilitar sostener un mayor caudal energético. Y es que el alma integrada (kundalini) es mucho más potente y difícil de sostener en el cuerpo que el alma fragmentada en la consciencia colectiva. Conforme vayas aprendiendo a cubrir tus propias necesidades básicas, empezarás a depender menos del exterior, a ser menos adicto a que otros y otras cosas rellenen tu vacío (lleno de Miedos del Ego). Te invito a observar tu grado de dependencia del afuera. ¿Te cuesta tomar una decisión o elegir, y te arrepientes si eliges mal? Esta dinámica refleja tu grado de dependencia del afuera para la satisfacción de tus necesidades básicas…. Aunque esto te lo cuento en el siguiente artículo ;-) Guiomar Ramírez-Montesinos Psicoastrocoaching
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